En la década de los 70, grupos de indígenas iniciaron una lucha por la recuperación de tierras en la huasteca, que entonces estaban en manos de grupos de terratenientes que a sangre y fuego intentaron frenar la lucha indígena. 

Entonces, además de líderes indígenas de la región, apareció un trío de sacerdotes comprometidos con la lucha por los más vulnerables, que crearon el Equipo Pastoral Atlapexco, para orientar a los indígenas en su propósito. 

Los curas Samuel Mora Castillo, José Hernández y José Barón Larios, fueron víctimas de amenazas, intentos de emboscadas, descrédito por parte de los grupos caciquiles, persecuciones, que por fortuna nunca se concretaron en privar de la vida a estos tres luchadores sociales. 

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Ayer se cumplieron nueve años de la muerte del padre José Barón Larios y en la comunidad de Ixtlahuac II, municipio de Huejutla, donde descansan sus restos, se ofició una misa en la que se recordó la labor pastoral y social que realizaron estos tres sacerdotes. 

Un día antes de la muerte del padre José Barón, falleció su amigo y compañero de lucha, Samuel Mora Castillo. Meses antes murió José Hernández. 

En la homilía, el cura de Macuxtepetla, habló de aquellas personas que dan la vida por ayudar a los que más lo necesitan y fue el caso de estos tres sacerdotes que desde su llegada a la región huasteca, en lugar de vincularse con los caciques, con políticos o funcionarios del gobierno, decidieron ofrendar su vida en la causa de los indígenas, que a la postre lograron recuperar gran parte de las tierras que, decían, los terratenientes habían despojado años atrás a las familias originarias de la región. 

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En charlas recurrentes, el padre José Barón, comentó que sus familiares le habían pedido que regresara a su tierra (Jalisco), luego que se había jubilado como sacerdote, tras cumplir la edad para ello, pero decidió continuar apoyando a “mis indígenas” y fue así que al dejar la parroquia de Macuxtepetla, se fue a vivir a Ixtlahuac II, una comunidad como muchas de la región, marcadas por la necesidad, la pobreza de su gente. 

Justo en ese lugar, se construyó una parroquia, aún sin terminar, donde fueron sepultados los restos del padre Barón, donde ayer fue recordado por “sus indígenas”. 


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