Sin oportunidades más que las de sus fuerzas y las ganas que tenía de salir adelante, Jorge Núñez fue labrando un camino de lucha interminable con la idea de algún día poder ayudar a esas personas que, como él, han vivido o siguen viviendo en lugares de pobreza extrema.
Desde muy chico salió a la calle para ayudar a su madre, a la que el reconoce como una guerrera incasable, pero con pocas oportunidades por su origen humilde, y así inició el camino que hoy plasma el fotoperiodista en su libro “Cuando los Perros Hablan”.
En su texto detalla esas vivencias que le hicieron superarse al grado de llegar a ser el coordinador de noticias gráficas de la Agencia EFE en el 2003 y que dejó al jubilarse en el 2020.
Con más de 40 años ejerciendo, Núñez no quiso escribir su autobiografía por placer o por presumir sus logros, pese a que ni la escuela primaria concluyó, sino por el deseo, primero, de regresar a sus orígenes, los cuales lo encaminaron a abrazar la profesión con la idea de denunciar la desigualdad social frente a las personas que tienen poder y, segundo, para que los jóvenes sepan que hay muchos caminos para salir adelante.
“La idea del libro de escribirlo, en algún momento me puse a analizar que esto no podía quedar así, no por mí y para mí de que la gente se enterara de cuál fue el periplo de mi vida, no. Simplemente siento que necesitaba mostrarlo a muchos jóvenes. A chavos que a lo mejor no tienen la intensión de incursionar en el periodismo, pero sí a jóvenes comunes y corrientes que tienen esa disyuntiva de qué voy a hacer, o que tienen esa disyuntiva de que están jodiendo su vida y no hay nadie quién les dé un consejo”.
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“Este libro tiene ese objetivo, mostrar a esos chavos de que todo se puede hacer, lo que tú quieras puedes hacerlo cuando eres joven, hay muchas posibilidades, si se tiene esas ganas, ese empuje juvenil para hacerlo, que no desperdicien su vida y que no digan que no se puede. Claro que hay posibilidad de hacer muchas cosas, lo que quieran hacer, siempre y cuando se disciplinen, sean ordenados, no incursionen por malos caminos, eso los pierde”,
explicó.
Y es que Jorge sabe de lo que habla, se adaptó a todo, desde su primer trabajo cuando era un niño con escasos 14 años en unos baños públicos o cuando trabajaba de limpia vidrios en edificios altos hasta que conoció a unas personas que pasaban de casa en casa ofreciendo sus servicios fotográficos para las familias bonitas.
Luego vino la oportunidad de laborar para un pasquín en Ciudad Neza que se dedicaba a la nota policiaca y que por ello tenía que ir al forense en donde le hicieron la prueba de fuego para ver si tenía la vena de cubrir muertos, atropellados con las vísceras de fuera, balaceados, etc. Lo hizo y gracias a esto le sirvió para lo que vendría después.
“Yo sabía que todo este paso por la vida desde los primeros años sabía que no iba a ser fácil, iba a ser complicado, pero yo ya tenía un objetivo, tenía que hacer algo, que no pude asistir a la escuela, pues eso no importaba, yo tenía que hacer algo, para mí eso no impedía que continuara el camino, sabía que estas cosas, estas barreras que te va colocando la vida son producto del origen de uno, pero no se puede culpar a nadie, esto es parte del camino y eso quiero mostrar en el libro”.
“Quiero que sepan los chavos que se van a encontrar con piedrotas, pero si tienen la fuerza y un objetivo claro siempre las van a quitar del camino”,
dijo.
En los 70 fue el diario El Universal el que le ofrece ya un contrato y que por siete años cubría gráficamente diferentes fuentes hasta que en 1985 la Agencia Reuters lo jala para sus filas con la consigna de que cubriera conflictos sociales en Nicaragua, El Salvador, Panamá, Haití, Venezuela, y hace coberturas especiales en Brasil, Uruguay, Argentina y Perú.
Sus imágenes se han publicado en diarios importantes en el mundo como el New York Times o el Washington Post, también en periódicos mexicanos, pero de los momentos complicados que le tocó cubrir son los niños a los que no puede olvidar y que para él son lo más importante en la vida, por ello escogió la imagen de un pequeño haitiano que después del terrible terremoto en el 2010, la ciudad quedó destrozada y sumida, si se pudiera más, en la pobreza extrema.
“Sí borraba muchas cosas de lo que ocurría a diario, a cada momento, la adrenalina, el miedo y todo eso aprendí a borrarlo una vez que salía del conflicto. Pero no pude borrar a un niño sin una pierna, sin un brazo o con un balazo en la cabeza, eso nunca he podido olvidar. Los niños son muy importantes para mí y siempre me va a hacer llorar esto, porque nunca he superado esta situación. Los niños para mí son esperanza, son inocencia y verlos cómo sufrían, verlos flagelados de sus miembros de su cuerpo, heridos, para mí esto nunca lo voy a superar.
“Respecto a la foto del niño es una foto que me hace mucho estremecer, siempre me hace rodar una lágrima. Ese niño perdió a toda su familia, ese niño esperaba tener noticias de su familia fuera del hospital, pero toda había muerto y él había quedado ahí, pero también abrigaba esa esperanza, en sus ojos, en su semblante, a que alguien apareciera de sus familiares, pero nunca llegó eso”,
recordó con la voz entrecortada.
Pero no sólo eso ha marcado la vida del fotoperiodista, y es que un fragmento de su vida fue lo que le dio el nombre al libro que publicado por el sello Baker-Jules y que se puede encontrar a la venta en Amazon, y fue cuando su padrastro, en un arrebato de ira, colgó a su perro mientras Jorge Núñez de 6 años veía sin poder hacer nada.
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“Me marcó ver a mi perro ahorcado, por supuesto que sí. Eso, cuando lo escribí fue llorando, regresé a ese momento y joder… Por eso no entiendo a tanta gente tan insensible, malora, pero en este mundo todo se paga, pero eso a mí me sensibiliza mucho”.
“Muchas personas morbosamente pensaban que el libro era otro rollo, de que los perros eran los políticos. De alguna manera no los puedo comparar con eso, los perros para mí son algo muy especial y siempre han vivido junto a mí, unos vienen otros se van, pero siempre han estado cerca de mí. Son muy fieles y pues quien pensaba era otra cosa Cuando los Perros Hablan, pues no, estos perros, realmente son especiales, contar de la política pues nada es nuevo, todos los saben, los analistas, la sociedad lo saben y simplemente ahí está”, finalizó.
Por Alan Luna
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