En política nada es casualidad

  • Por: Dino Madrid

Vivimos tiempos revueltos. Donde todo parece moverse, pero no siempre avanzar. Donde el ruido tapa las razones y las pasiones ciegan los caminos.

Morena no es ajena a esta sacudida. El país tampoco. Hay disputas internas, reacomodos, discursos que chocan entre sí y bajo la superficie, una lucha más profunda: la del sentido de la historia.

No basta con opinar desde la tripa. Hoy más que nunca necesitamos mirar con ojos críticos, leer los signos del presente, entender el juego completo.

Porque en política no se gana con gritos, se gana con claridad.

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Por eso considero esta reflexión necesaria. No para aplaudir a nadie, sino para abrir la mirada y entender de verdad qué fuerzas se mueven, por qué, para qué y con quién.

En política, nada pasa porque sí ni porque alguien lo soñó bonito o feo. Todo tiene que ver con los tiempos.

No es lo mismo decir “vamos por el cambio” cuando todo se cae a pedazos, que cuando hay calma. La gente escucha distinto según el momento.

La coyuntura es como una ola: si no la surfeas a tiempo, te revuelca. Por eso hay propuestas que pegan fuerte en un año, y al siguiente ya ni quién las pele.

El contexto histórico también manda en el análisis político. No es lo mismo ser revolucionario en tiempos de dictadura que en plena democracia. Hay discursos que fueron pólvora en los años 70s y hoy son puro llamarada de petate.

Y luego están los actores: los que jalan los hilos, los que mueven masas, los que aparentan no estar pero están. No todos tienen el mismo peso. Unos son peones, otros reyes. Y no todos juegan limpio.

Las ideologías importan, sí, pero no como camisa de fuerza. Más bien son lentes con los que cada quien mira la realidad. El problema es cuando alguien se pone lentes de derecha para mirar con ojo de izquierda, ahí ya no se entiende nada.

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El discurso también es clave. No basta con decir la verdad: hay que saber cómo, cuándo y a quién. La política no es un poema, pero tampoco un manual de instrucciones. Es un arte: decir lo justo, sin decirlo todo.

Y claro, las estructuras de poder y las instituciones son como los muros y las puertas: algunas cosas avanzan rápido porque hay camino, otras se topan con trabas, candados y cerrojos que llevan años ahí.

Así que sí: para analizar política hay que mirar todo el mapa, no solo la casilla donde estás parado. Porque si no ves el juego completo, te la vas a pasar creyendo que todo es culpa de uno, que todos son iguales o que todo se va a arreglar con un discurso bonito.

Y no. Esto es política, no magia.

mho


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