Carlos Sevilla Solórzano

El sorpresivo cambio de Olga Sánchez Cordero

En la administración de Andrés Manuel López Obrador se han producido anuncios sorpresivos, como al mencionar nombres de quienes podrían sucederlo en 2024, omitiendo a Ricardo Monreal.

A estos se suman la repentina dimisión de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien renunció a su cargo, para reintegrarse al Senado y poco después asumir el liderazgo de la llamada Cámara Alta. Contó con la aprobación y respaldo de los legisladores.

En su lugar, en Gobernación, el Presidente designó a quien es hoy ex gobernador de Tabasco, Adán Augusto López Hernández, nacido en Paraíso, el 24 de septiembre de 1963.

Se hizo público que renunció hace 25 años al PRI y se unió al proyecto de AMLO, quien entonces impugnaba el mandato gubernamental de Roberto Madrazo Pintado.

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López Hernández dejó en claro que no aspiraba, “en modo alguno”, a suceder en la Presidencia de la República a su paisano y gran amigo.

En tanto, en Tabasco, el Congreso local nombró como su sustituto por 60 días a Carlos Manuel Merino Campos, delegado del gobierno federal.

Sánchez Cordero, previo a su nombramiento, asistió al Encuentro de gobernadoras, diputadas federales y locales, presidentas municipales y alcaldesas electas 2021. Arribó retrasada al evento y tras breves minutos, sin tener oportunidad de hablar, fue requerida por el mandatario federal quien le informó de su nueva comisión, ahora en el Senado.

Olga María del Carmen Sánchez Cordero Dávila, nació en la ciudad de México el 16 de julio de 1947.

Estudió la licenciatura en Derecho en la UNAM. Asimismo, es doctora honoris causa por las universidades de Nuevo León y de Morelos.

Es la novena mujer en acceder al Tribunal Supremo y la primera mujer Notaria Pública en la capital del país. Ernesto Zedillo la nominó como ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación  que desempeñó de enero 1995 hasta noviembre 2015.

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Clara en sus expresiones, llegó a decir, “Me dicen florero por ser mujer”, pero “estoy trabajando todos los días. Tengo mano suave pero firme”.

También aludió al trato, a veces poco cordial, de algunos compañeros de gabinete, sin advertirle desencantos o revanchismos.

Cuando Ricardo Monreal la presentó en el Senado, definió: “Es un peso completo y le tenemos respeto”. A su vez, ella reviró, exaltando cualidades de liderazgo del zacatecano.

Algunos conocedores “de lo que se sabe, pero no se dice” de la política nacional, estimaron que su nombramiento era una reprimenda de López obrador a Monreal quien, supuestamente no había operado bien para que se autorizaran asuntos fundamentales en el Congreso, entre ellos la muy comentada revocación de mandato

Y luego, adujeron que “las malas vibras entre AMLO y el zacatecano se habían disipado”.

Un nuevo comienzo.

Feminicidio, ¿un acto de amor?

Pocas veces una definición, aunque parezca fuera de todo sentido, ha causado repulsa como la vertida por el hoy ex director del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM, Iván Ruiz García.

El 30 de junio, a través de Radio UNAM, en el programa Primer Movimiento, presentó su libro Peep Show.

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Textualmente citó: “He pensado mucho que los feminicidios, los que abordé en el caso “Docufricción”, y que aquí en Peep Show están pre-enunciados, son finalmente un acto de amor; el feminicidio, nadie lo ha dicho así –hay grandes especialistas como Rita Laura Segato-, pero nadie ha dicho que el feminicidio es un acto de amor, porque la tortura, la cercenación, la huella sobre el cadáver es una pasión del alma”.

Al trascender su afirmación, hubo un alud de inconformidades que al final llevaron al cese de su encargo.

Ruiz García se disculpó, pero la sanción fue insoslayable.

Queda la duda: ¿qué será para él un acto de odio?


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