El agua es el elemento más importante de nuestro planeta, al constituir la piedra angular para la existencia de todos los organismos vivos y un recurso fundamental para la realización de un sinfín de actividades humanas, fungiendo como un presupuesto irreductible en el contexto de prácticamente todos los procesos productivos de la sociedad. Desgraciadamente, durante los últimos años, fenómenos tales como la sobreexplotación, el calentamiento global y las sequías han derivado en graves consecuencias en torno a su calidad y disponibilidad, provocando su escasez.
Sigue leyendo: Vecinos de la 11 de Julio que no tienen agua rechazan pipas
En ese contexto, y para efectos de referencia, vale la pena recordar la clasificación que se ha construido en torno a los usos del agua en el marco de las actividades de la sociedad. Por un lado, el uso consuntivo involucra dinámicas que rompen con el ciclo natural del agua. En cambio, el uso no consuntivo no representa un desbalance en el ciclo de dicho recurso. De acuerdo con la CONAGUA, el sector agrícola dispone del 76% del agua de nuestro país, mientras que la industria utiliza sólo el 5%. No obstante lo anterior, se cree que existen cifras ocultas dentro del ciclo hídrico de la industria, ya que un porcentaje del mismo se encuentra anclado en la agricultura para poder funcionar.
En nuestro país, de acuerdo con el Sistema Nacional de Información del Agua, el 80% del agua disponible (aquella que circula por ríos y se deposita en otros cuerpos de agua como presas y bordos, para infiltrarse en los acuíferos o vaciarse en las zonas marinas), proviene del escurrimiento superficial y solamente el 20% proviene de la precipitación media anual. Lo anterior, en un contexto en el que el 71% de la precipitación del agua regresa a la atmósfera por el procedimiento de la evapotranspiración.
También lee: PREDIAL: TAREA PENDIENTE EN LAS FINANZAS PÚBLICAS LOCALES
El meollo de la problemática del agua estriba en que aún y cuando nuestro país cuenta con una extensa red de cuencas, ríos y acuíferos, la falta de infraestructura y la sobreexplotación han derivado en una presión insostenible para mantener niveles de disponibilidad aceptables en diversas entidades federativas. El panorama se torna más complejo al considerar las fallas del sistema, el crecimiento de la industria, la poca cultura de cuidado del recurso en todos los sectores de la sociedad, así como la contaminación incesante de cuerpos de agua que cancela la posibilidad de aprovechar en su totalidad los grandes volúmenes de agua disponible, lo cual da pie a su extracción desde el subsuelo, generando perforaciones no renovables.
En tales circunstancias, se advierte la necesidad y pertinencia de construir, en condiciones de consenso y suma de voluntades, una estrategia integral que permita dar cauce a nuevas reformas y políticas públicas dirigidas a la atención de esta problemática, la cual involucra aspectos de orden multifactorial de gran complejidad. Dicha estrategia, en principio, habría de enfocarse en la generación de mecanismos novedosos para fortalecer la inversión en el sector y garantizar el mantenimiento de la infraestructura, así como el replanteamiento de la distribución y funcionalidad de las redes hídricas para asegurar el abasto y la disponibilidad del agua en todas las regiones del país, en beneficio de todas y todos los mexicanos.
POR EMILIO SUÁREZ LICONA
CONSULTOR Y PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD PANAMERICANA
@EMILIOSL