¿Cómo no hacer una columna sobre la marcha del 8 de marzo? Sí todavía traigo en el cuerpo los saldos de gritar las consignas, bailar en la batucada, caminar kilómetros entre esta primavera que se hacen una con los árboles de la Ciudad de México que están floreando jacarandas, también llorando en esta mezcla de alegría por ver tantas niñas, adolescentes y mujeres participando pero también de dolor de que entre esos bailes, caras pintadas de morado y verde todavía existan pendientes sobre casos de acoso, feminicidios y violencia sexual, pero también llena de esperanza de saber que las calles se están llenando de niñas, adolescentas y mujeres jóvenes que no están dispuestas a callar.
Tenía días pensando ¿Dónde iba a marchar? Lo lógico desde mi punto de vista era en Pachuca porque tenía una actividad por la mañana en Actopan y por la tarde me daría tiempo de llegar a la convocatoria que se estaba haciendo en Plaza Juárez a través de redes, además conocidas y desconocidas me escribieron por redes sociales para preguntarme si nos podríamos encontrar en algún lado porque era su primera marcha, sin embargo, tenía ya hace tiempo que mis sobrinas adolescentas y niñas de 10 y de 8 años tenían ganas de asistir a su primera marcha feminista, por eso decidí irme a la Ciudad de México que es donde ellas viven y nos podíamos encontrar, cuando llegué al metro Indios Verdes ya había varios contingentes pequeños encontrándose ahí, con sus cabellos de colores, sus playeras moradas, sus pancartas, sus caras con glitter, echando las consignas en los andenes y los vagones, vestidas como debemos ir las mujeres ¡Cómo queramos!
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Antes de la marcha, me parece que para desmovilizar la protesta, se habló de peligros, de criminalización en los medios de comunicación, pero yo siempre me he sentido segura entre las mujeres, por eso decidí que mis sobrinas fueran a una marcha que no sea educolorada por el gobierno estatal y descafeinada del movimiento social que es el feminismo, nos reunimos en una estación del metro, vimos pasar al bloque negro y hablamos al respecto de su postura, vimos pasar a mujeres con el torso desnudo pintado de colores sabiendo que no habría agresión sexual por parte de las manifestantes, la policía desplegada paso a un lado de nosotras, gritamos consignas, brincamos, bailamos, mi sobrina más pequeña hizo un graffiti sobre Reforma, vieron algunas hacer acción directa, nos cruzamos con el padre de Esmeralda Castillo Rincón que sale cada año a recordarnos que no la olvidemos, que no olvidemos su desaparición hace 12 años en Ciudad Juárez, lloramos con él y gritamos con todas ¡No estás solo! Y él se va con su cártel y su tristeza diciéndonos que entiende porque la marcha es de las mujeres; también en algún momento intentamos llegar al Zócalo, pero hubo un connato de violencia frente a los Azulejos que llevó a que se esparciera gas pimienta y empezará una desbandada por lo que tuvimos que hacer retirada pero eran las mismas mujeres que nos abrieron espacio para salir, después nos sentamos en una banca en la Alameda para seguir viendo los contingentes donde de nueva cuenta tuvimos que correr porque al parecer alguien aventó petardos siempre hubo mujeres preguntándonos si estábamos bien, si necesitábamos algo; volvimos a casa, cansadas y en mi caso con el corazón lleno de poder ser esa mujer adulta en la que mis sobrinas todas tengan confianza para cualquier situación como yo la tuve con las mujeres adultas de mi vida mis tías, mi madre y mis abuelas para hablar de absolutamente de todo, pero también esa adulta a quienes niñas y adolescentes que no nos conocen y aquí hablo en plural de muchas de mis compañeras de la organización en la que colaboro ddeser han depositado su confianza para que las acompañemos en casos de violencia sexual y que las autoridades hagan lo que les corresponde: restituir sus derechos.
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Ya les conté mis razones para marchar en la CDMX, pero como me niego al chilangocentrismo va un breve recuento de sucesos del 8 de marzo en otras ciudades, me emociono ver la marcha multitudinaria en Pachuca, con niñas participando como lo retrata la foto de La Jornada Hidalgo ese día, pero también sabiendo que hubo otras marchas en municipios de Hidalgo: Tolcayuca, Huejutla, Tulancingo, etc., saber que el feminismo se está descentralizando es una de las mejores cosas que pienso van pasando sobre la lucha de las mujeres, ver videos en redes donde adolescentas de un Colegio de Bachilleres (COBACH) en San Luis Potosí cantaron la canción Sin Miedo de Vivir Quintana y volvieron a poner los carteles de denuncia contra el acoso que la directora había quitado, otras jóvenas preparatorianas en Guadalajara denunciando lo mismo negándose ya al silencio que se vive en los espacios escolares, las universitarias en Nuevo León pidiendo la renuncia de acosadores y el director diciendo que no los puede correr porque ¡se quedarían sin maestros!, las compas en Chihuahua resistiendo los embates de la derecha que se institucionaliza a través del gobierno.
Me hubiera encantado decir que hubo saldo blanco el 8 de marzo, así fue en la Ciudad de México gracias a la estrategia para que no ocurriera, pero es importante decir que hubo represión en la capital de Tlaxcala y también en Morelia, Michoacán.
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