Contra viento y marea, con recorte de presupuesto y bajo una andanada de descalificaciones desde la más alta tribuna mañanera, el Instituto Nacional Electoral va armando el andamiaje para lo que se ha dado en llamar la elección más grande de la historia. La labor es titánica por donde se le vea. Lo que menos necesita el INE en este momento son distractores innecesarios para culminar con éxito la jornada electoral a celebrarse dentro de 35 días.
Los consejeros electorales encabezados por Lorenzo Córdova Vianello recibieron en las últimas semanas descalificaciones, amenazas, linchamientos públicos desde el poder. Son el árbitro de la contienda electoral al que se pretende desacreditar quizá con la malévola intención de justificar una posible derrota electoral y poder así señalar a un responsable con el consabido “se los dije”. Es más, el líder de Morena en el Senado ya dejó claro que en caso de que ese instituto pierda la mayoría en el Congreso habrá un periodo extraordinario para reformar las leyes electorales y con ello rehacer la estructura del órgano electoral.
El presidente Andrés Manuel López Obrador fue más allá. El jueves anunció su decisión, porque es de sobra conocido que cuando propone algo prácticamente es una instrucción que se debe acatar, de que el INE o como se vaya a llamar el nuevo organismo electoral pase a formar parte del Poder Judicial, ese mismo que ahora está en entredicho por una reforma a todas luces anticonstitucional.
Con todo eso en contra, y a casi un mes de las elecciones, el INE logró conformar un padrón electoral que, pese a la pandemia, registra la cobertura más alta de ciudadanos. El listado nominal de electores cuenta con 93 millones 528 mil 473 ciudadanos inscritos. De igual forma se reporta un listado de electores residentes en el extranjero de 32 mil 303 ciudadanos.
Por sí sola, la elaboración de un listado como el del padrón electoral, merece el reconocimiento de todos. Ha sido un logro de los ciudadanos quienes han confiado a lo largo de los años en un ente autónomo para otorgarle datos importantes de su vida privada como son su fecha de nacimiento y su lugar de residencia. La información de ese documento la concentra y la resguarda el INE y quizá sean pocos los que piensen que el organismo electoral o sus consejeros utilizan esa información para atentar contra la vida democrática del país.
Los mexicanos acudirán a las urnas el 6 de junio con la lista nominal con mayor cobertura en 30 años. El padrón cuenta con un nivel récord de 99.84 por ciento. Es decir, si los mexicanos –liberales o conservadores como AMLO divide a la sociedad–, no tuvieran confianza en el órgano electoral, estarían lejos de seguir dando sus datos de buena fe a ese organismo, pero de acuerdo con la estadística disponible, de cada mil personas que solicitaron su credencial de elector, solo dos no la recogieron.
El padrón electoral es solo una pequeña gran pieza de ese engranaje que es la organización de la elección donde miles de candidatos de todos los partidos políticos buscarán ocupar una alcaldía, una diputación local o federal o una gubernatura. El INE, pese a los vientos en contra que ha enfrentado, tiene ya el listado sin el cual sería imposible esa elección.
Comentarios: miguel.perez@hidalgo.jornada.com.mx
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