El mundo sin rumbo

El siglo XXI no ha encontrado todavía el rumbo que debería darle sentido. Mientras un sector de la humanidad empuja hacia adelante, con la intención de construir sociedades más justas e incluyentes, otros grupos insisten en mirar al pasado y desean que todo regrese a los viejos esquemas donde predominaban el autoritarismo, la desigualdad y la discriminación.

La paradoja se refleja en la forma en que interpretamos los hechos. Para algunos, el asesinato de un influencer conservador fue motivo de burla, mientras que sus seguidores lo erigieron como mártir, ignorando los comentarios racistas, clasistas y antiderechos que él mismo pregonaba. Lo mismo ocurre en los conflictos internacionales: quienes justifican el genocidio del pueblo palestino encuentran su espejo en quienes justifican las masacres de Hezbolá. La polarización es absoluta y, en medio, la dignidad humana desaparece.

Puedes leer: El Nuevo Orden

El gran problema es que este mundo no quiere escuchar, solo quiere hablar. No importa si es sin argumentos o con verdades a medias. El filósofo Jürgen Habermas planteaba que para avanzar hacia una sociedad más desarrollada se necesita un nivel argumentativo que permita mejorar a la humanidad. Habermas distingue entre diferentes tipos de acción social, y pone énfasis en la acción comunicativa: aquella en la que los participantes buscan el entendimiento mutuo, no manipular ni imponer. En este tipo de interacción, el lenguaje se convierte en una herramienta para llegar a acuerdos racionales y consensuados.

Sin embargo, en los foros digitales actuales prevalece la expresión vacía: millones opinan sin construir interlocuciones reales. Y esa falta de escucha convierte al diálogo público en un espacio estéril, donde el ruido sustituye al argumento.

Te recomendamos: Las mil toneladas de Medécigo

Es urgente retomar la conversación seria y responsable. La humanidad requiere frenar el calentamiento global antes de que sea irreversible, detener las guerras que están exterminando pueblos completos, garantizar un trato más justo entre las naciones para erradicar la pobreza y, sobre todo, respetar a las minorías y los derechos humanos.

El rumbo está perdido porque hemos permitido que el ruido sustituya a la reflexión. La tarea ahora no es callar voces, sino darles sustancia, construir acuerdos y rescatar la política como espacio de diálogo real. Si no lo hacemos, este siglo XXI quedará marcado no por los avances tecnológicos o científicos, sino por la incapacidad humana de escucharse a sí misma.

Sigue nuestro CANAL ¡La Jornada Hidalgo está en WhatsApp! Únete y recibe la información más relevante del día en tu dispositivo móvil

mho


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *