Columna de Jorge G. Correa

El futuro del Valle del Mezquital amenazado por intereses personales 

El Valle del Mezquital se encuentra en una encrucijada histórica. Bajo la visión de la doctora Claudia Sheinbaum Pardo y los proyectos federales de la 4T, la región tiene la oportunidad de modernizar sus técnicas agrícolas y transformar radicalmente su economía. Sin embargo, esta esperanza está amenazada por los intereses del cacique Policarpio López González, quien insiste en perpetuar un modelo obsoleto y perjudicial para la comunidad. 

López González, líder de un pequeño grupo de apenas 295 usuarios, ha bloqueado los intentos de democratizar la administración del agua en Xochitlán. Este grupo se opone a un proyecto que no solo promete mejorar la calidad de vida de cerca de 65 mil usuarios registrados en la red de aguas de Conagua, sino que también tiene el potencial de inyectar una inversión sin precedentes de 60 mil millones de pesos en el Valle del Mezquital, una cifra comparable al presupuesto anual de todo el estado de Hidalgo. 

El proyecto impulsado por Conagua no solo busca cambiar el riego con aguas negras por agua potable, sino también incrementar la productividad agrícola mediante la nivelación de terrenos y el enriquecimiento del suelo.  

Actualmente, las tierras de cultivo en la región cuentan con apenas 20 a 30 centímetros de profundidad fértil. La propuesta de aumentar esta capa a un metro abriría la puerta a exportaciones masivas y al desarrollo económico sostenible, además de reducir el impacto ambiental que el uso de aguas negras ha causado por décadas. 

Detrás de la resistencia de López González y sus aliados parece haber intereses personales y económicos que priorizan el control sobre el bienestar colectivo. Al negarse a abrir elecciones democráticas para renovar la dirigencia de la administración de agua, están cerrando la puerta a una transformación que podría sacar a miles de familias de la pobreza. 

Los habitantes del Valle del Mezquital y la región de Tula tienen ante sí una decisión crucial: aferrarse a un modelo que perpetúa la pobreza y la contaminación o abrazar un proyecto que prioriza el medio ambiente, la modernización agrícola y la justicia social. Este es un momento decisivo para que la comunidad exija el cambio que merece.  

La visión federal está ahí, lista para implementarse; ahora, el reto es superar las barreras impuestas por intereses mezquinos y avanzar hacia un futuro más justo y próspero para todos los hidalguenses.