Columna de Alberto Witvrun

El fraude a Morena

Voces de Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) acusan fraude en las elecciones municipales y, en efecto lo hubo, este se empezó a fraguar en el momento en que no hubo una dirigencia formal que resultó lo más adecuado para los intereses de dos personajes: el ex dirigente estatal y delegado de Programas para el Desarrollo Abraham Mendoza Zenteno y el presidente del Consejo Político Andrés Caballero Cerón.

Enfrentados, cada quien con su coto de poder fueron presa fácil para intereses personales y grupales del que sobresale el Clan Universitario de Gerardo Sosa Castelán que muy pronto sometió a sus intereses a Mendoza Zenteno que le cedió posiciones en la delegación de Bienestar y favoreció a la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) con el programa de becas por encima de otras instituciones de educación superior.

Con nueve diputados locales y tres federales, el Clan Universitario utilizó el membrete de Morena en su beneficio, estos jamás realizaron trabajo político partidista y dedicaron sus esfuerzos a complacer a su jefe hoy en desgracia legal en su enfrentamiento con el gobernador y a proteger sus intereses políticos y económicos, creando una fuerza y estructura paralelas a las del partido.

Apenas inició el proceso para renovación de ayuntamientos, grupos y personajes se dieron a la tarea de presionar para que la distribución de candidaturas de género les permitiera impulsar a esposas, novias, familiares y amigos sin importar los liderazgos regionales, menos la militancia, ahí se fraguo el fraude a Morena y, se explica porque de las 58 candidaturas registrada 40 fueron impugnadas.

En este desaseo mucho tuvo que ver la Comisión Nacional de Elecciones y el presidente Alfonso Ramírez Cuéllar, que no realizaron análisis ni revisaron perfiles, se atuvieron a quienes les proveían de información en la comodidad de la Ciudad de México en donde con la intermediación de la diputada federal Maribel Solís apareció Gerardo Sosa, negociando con Mario Delgado Carrillo un paquete de candidaturas que enardeció a la militancia.

Los magros triunfos y la drástica caída en la votación total en los 84 ayuntamientos tardíamente hicieron reaccionar a la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia que destituyó al representante ante el Instituto Estatal Electoral (IEEH) Alejandro Olvera Mota pieza fundamental del Clan Universitario, a lo que se negó Ramírez Cuéllar y amonestó a los integrantes de la Comisión Nacional de Elecciones.

Justificando su derrota, acusan una operación maquiavélica operada por el secretario de Gobierno Simón Vargas Aguilar a quien le atribuyen el calificativo de “oscuro personaje” cuando el fraude lo hizo la cúpula a su militancia, que en varios municipios volteó a sus orígenes y le dieron una docena de triunfos al Partido de la Revolución Democrática (PRD); por lo pronto se considera tibia la sanción porque los inconformes piden las cabezas de Andrés Caballero y del “súper operador” Abraham Mendoza.  

Las tendencias electorales marcan la caída electoral de Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y la recuperación del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que de confirmarse envían un doble mensaje para los próximos procesos electorales del 2021 y 2022: que es posible derrotar al partido que llevó a la presidencia a Andrés Manuel López Obrador y que el proyecto que animaba al morenismo hidalguense de alcanzar la alternancia empezó a diluirse.

El partido que no termina de ser partido, sufre en la antesala de las elecciones federales intermedias una estrepitosa derrota, porque hace diez meses aseguraban que arrasarían en estos comicios y gobernarían no menos de 60 de los 84 municipios y producto de sus oscuras negociaciones y fracturas internas lograron tener candidatos propios en solo 58 municipalidades por sus equivocadas alianzas formales y de facto, además de no registrar nueve planillas.

El resultado en Hidalgo y Coahuila alienta al PRI y estimula a otros partidos opositores, mientras en Morena siguen las disputas que lo condujeron a la desarticulación y a la derrota en muchos municipios y en algunos casos ser enviado hasta el tercero o cuarto lugar en zonas donde teóricamente tiene mayor clientela electoral por las condiciones de marginación y pobreza como en la franja norte de Hidalgo.

Quedó claro que todas las elecciones son diferentes y que el mal manejo de la pandemia de la Covid-19 que agravó una crisis financiera que empezaba a sentirse con el aderezo de las luchas intestinas que a nivel nacional no cesan, pueden hacer perder la mayoría en el Congreso de la Unión al presidente López Obrador, que no a Morena lo que pondría en riesgo el proyecto de la Cuarta Transformación.

El impacto directo si se confirman treinta triunfos a más del PRI, es que este partido estará en condiciones crear una estructura y un bloque suficientemente fuerte para retener la gubernatura en 2022 y continuar como uno de los hasta el momento cinco estados del país donde no se ha dado la alternancia en el gobierno estatal, aun cuando en la actual legislatura solo logró una de 18 diputaciones de mayoría relativa.

Estos mensajes son claros y encienden las luces ámbar en Palacio Nacional, porque ya se probó que si bien Morena peleó en varios municipios, se debe a la inercia del 18, es decir que un buen sector del electorado siguen comprando la marca, pero esta ya no fue suficiente y en los próximos procesos electorales esta perderá valor, más si la oposición encuentra fórmulas atractivas de candidatos.

Aquí el ganador no solo es el PRI como partido, también lo es el gobernador Omar Fayad Meneses quien mantiene una buena relación con el presidente y sin pelearse no descuido su parcela política y las jugadas le dieron resultado, tanto que estos resultados le dan más piezas en su ajedrez para colocarlas en el tablero de su sucesión.


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