El Compromiso de Santiago

Por su brevedad, aquí lo transcribo: 

Al cumplirse 50 años del quiebre violento de la democracia en Chile que le costó la vida, la dignidad y la libertad a tantas personas, chilenas y de otros países, queremos, más allá de nuestras legítimas diferencias, comprometernos en conjunto a: 

  1. Cuidar y defender la democracia, respetar la Constitución, las leyes y el Estado de Derecho. Queremos preservar y proteger esos principios civilizatorios de las amenazas autoritarias, de la intolerancia y del menosprecio por la opinión del otro. 
  1. Enfrentar los desafíos de la democracia, nunca con menos, condenar la violencia, y fomentar el diálogo y la solución pacífica de las diferencias, con el bienestar ciudadano en el horizonte. 
  1. Hacer de la defensa y promoción de los derechos humanos un valor compartido por toda nuestra comunidad política y social, sin anteponer ideología alguna a su respeto incondicional. 
  1. Fortalecer los espacios de colaboración entre Estados a través de un multilateralismo maduro y respetuoso de las diferencias, que establezca y persiga los objetivos comunes necesarios para el desarrollo sustentable de nuestras sociedades. 

Cuidemos la memoria, porque es el ancla del futuro democrático que demandan nuestros pueblos.  

Breves líneas de redacción puntual y cuidadosa, tras de las cuales hay un acontecimiento cruento y doloroso para varias generaciones. De trascendencia e impacto en Latinoamérica, posibles de ser signadas por quienes ejercieron la Presidencia de aquel país después de larga dictadura y las fuerzas políticas actuantes, no todas, en el actual proceso político del país andino.  

Hubieron de pasar cincuenta años para  posibilitar este acuerdo simbólico, político,  propuesta del joven presidente Gabriel Boric Font a manera de una gran conciliación, de un punto final y, sobre todo, de un nuevo horizonte. Sin embargo, no logró superar la polarización generada por el hecho mismo sucedido aquel 11 de septiembre y sus trágicas secuelas. 

El del presidente Boric fue un gran discurso para la ocasión, sin frases ni calificativos sobrantes, mensaje de estadista, donde  el sexto Presidente de la democracia, dio una cátedra de alta política para destacar la firma del también llamado  “Manifiesto Por la Democracia Siempre” en el contexto de la  historia reciente  de Chile.  Aquí algunos párrafos a manera de invitación a su lectura: 

“…es en la diversidad y entre quienes piensan distinto con quienes podemos construir una sociedad mejor.   

“Ese compromiso puede parecer poco, pero para los tiempos que corren no lo es. Es un compromiso importante en la medida en que sea asumido transversalmente por quienes legítimamente pensamos distinto. Porque solo de esa manera podremos cuidar la democracia.  

“…cuando somos capaces de poner por delante el bienestar de nuestros pueblos por sobre nuestras diferencias sale siempre lo mejor de nosotras y nosotros. 

“Con independencia de nuestras diferencias y las coyunturas, por grandes que estás sean, hay un bien mayor que debe unirnos.  

“Es  momento de que seamos capaces de mirar más allá, levantar la cabeza y deponer rencillas en favor de cuidar nuestra democracia, la mejor cuña no siempre es la mejor solución. 

“Debemos usar la democracia para resolver los problemas del pueblo y no las disputas pequeñas de sus autoridades. 

“…una democracia, su gracia, es que  permite expresar las legítimas diferencias y resolverlas en paz y sin violencia, una democracia que sea efectiva en escuchar, en respetar y en dar por cierto respuesta a las preocupaciones y anhelos de sus ciudadanos…”   

Presente en  la conmemoración del golpe de Estado, junto con  líderes y personajes de relevancia mundial, el presidente Andrés Manuel López Obrador firmó el Compromiso de Santiago. 

En declaración de nuestra canciller Marta Bárcena “es un gran compromiso, es una  maravilla, habla de futuro, habla de democracia, habla de unificación, de unión, entre todos los pueblos, así es que es muy buena la Declaración de Santiago, el Presidente se fue muy contento, primero de haber estado aquí, y además de haber podido formar parte de esta declaración”. 

Si bien ese Compromiso no es vinculante, coincide con un  tiempo mexicano de tensiones, competencia electoral, disputas ideológicas, violencia y vulneración de los derechos humanos.  

La firma del presidente López Obrador no es anécdota menor, ni queda en mera cortesía diplomática, adquiere otra dimensión internacional al ser signado por el jefe del Estado en un marco de repercusión histórica en el cual México tiene un lugar relevante por su comportamiento hace medio siglo.