Natividad Castrejón
Como humanidad estamos viviendo tiempos particularmente difíciles, la pandemia provocada por un aparentemente debilucho virus nos está confrontando con la fragilidad de nuestra existencia y la vulnerabilidad en que transcurre la misma. Los medios de comunicación nos informan todo el día de los estragos ocasionados y vemos con terror cómo en cada corte informativo se suman miles de muertes.
En el estado de Hidalgo, este pequeño espacio donde algunos de nosotros vivimos, las cifras nos dicen que hasta el día de hoy han fallecido, a causa del Covid, 2 mil 500 personas y bien sabemos que atrás de cada numero hay la historia de un ser humano que concluyó su ciclo vital, que llegó a la última de sus posibilidades dejando un sin número de vínculos donde se experimenta el dolor, la tristeza, el enojo, la incredulidad, el vacío.
En este contexto nos encontramos y seguramente todos, en nuestro interior o en nuestras charlas, buscamos algo de qué aferrarnos, que nos inyecte una dosis de confianza en el porvenir, que nos permita experimentar la confianza de que saldremos adelante y que nuestra existencia y la de los que queremos y amamos seguirá adelante. El binomio vida-muerte está presente cada vez que respiramos.
Seguidores de eros, amantes de la vida, me llaman para decirme que están iniciando un nuevo proyecto periodístico, que han decidido publicar en Hidalgo el diario La Jornada, apostando por el presente-futuro; generosos, me invitan a escribir una columna semanal, acepto y aquí estoy tecleando la primera de ellas.
Será una columna de opinión, compartiré mi punto de vista con respecto a algunos temas que considere de interés común, con la convicción de que serán solo eso, una opinión, mi experiencia marcada por la subjetividad de mi historia y mi presente; mi visión co-construida en el contacto de mi organismo con el entorno.
Inicio estas columnas con la pretensión de contar y de contarme cómo una vez que surgí en el mundo, me he ido convirtiendo, a partir de mis relaciones, en muchas posibilidades de ser, y que aquí y ahora, siguen recreando la metáfora de quien estoy siendo.
Escribir mi opinión, implica hablar de quién he sido, de mi-ser-en- el-mundo-con, de contar ideas, conocimientos, experiencias, teorías, propuestas, mitos, dogmas y culturas de los que fueron antes y que también estoy siendo, y a la vez, narrar las miles de relaciones que he vivido y me han y me siguen co-construyendo, mostrar la mezcla de elecciones y circunstancias que se concatenaron para que yo pudiera emerger, florecer, existir.
Escribiría Machado, el poeta español: “caminante, no hay camino, se hace camino al andar”, yo agregaría: no hay camino sin caminante ni existe caminante sin camino. Deseo que a través de estas columnas se crucen el tuyo y el mío.
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