La diputada morenista, Corina Martínez García, en el Congreso local mediante punto de acuerdo “denunció” al presidente municipal de Tulancingo, Jorge Márquez Alvarado, de renovar el parque vehicular del ayuntamiento contemplando unidades de lujo y pidió se le llame a cuentas, atendiendo más un afán revanchista que al interés por esa municipalidad.
Lo que no dijo es que el Clan Universitario al que pertenece no le perdona al alcalde derrotar a Damián Sosa Castelán, operador político de ese grupo y padre del diputado Salvador Sosa Arroyo, más porque décadas atrás fue pieza clave del grupo.
A Martínez García y Sosa Arroyo les ganó el sentimiento de venganza, porque no critican a otros como a la alcaldesa de Tepeapulco, que salió de sus filas, sobre quien pesa la solicitud de juicio de procedencia y dejan claro que cada vez que puedan se lanzarán contra Jorge Márquez.
Márquez Alvarado en los 80s fue pieza clave del grupo, manejó las finanzas del Club Pachuca, siendo Gerardo S. C. presidente y las del sindicato burócrata cuando S. C. fue impuesto secretario general por el gobernador Jorge Rojo Lugo; más tarde en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) fue director de control escolar con Juan Alberto Flores Álvarez.
En 1990 fue nombrado secretario general adjunto con Juan Manuel Menes Llaguno como rector y separado por Gerardo S. C. cuando este fue “exiliado” nueve meses a Boston, Massachusetts, por el gobierno de Adolfo Lugo Verduzco a cambio de no quitarle el control de la UAEH y ante la creciente fuerza de Jorge Márquez, no lo dejó en el cargo.
Al retorno de Gerardo como rector Jorge Márquez se encargó del Rancho Universitario, lo hizo autosuficiente al crear la fábrica de quesos y otros proyectos, pero cuando frenaron sus aspiraciones de ser rector se separó y se dedicó a la actividad empresarial, registrándose el rompimiento ante el temor de que el ahora alcalde se convirtiera en un contrapeso interno y desde entonces el Clan Universitario lo considera enemigo.
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