El mundo está enfrentando un fenómeno conocido como “invierno demográfico”, que, de acuerdo a la Fundación de Microfinanzas de BBVA, hace referencia al envejecimiento poblacional que ha pasado a ser una problemática a nivel mundial en búsqueda de solución.
El Centro de Inclusión Financiera y Envejecimiento, señala que en cada país o región existe una manera distinta de determinar los parámetros de edad para considerar que un adulto alcanzó la vejez. De acuerdo al INEGI, en 2018 había 15.4 millones adultos mayores, de los cuales el 54.6% eran mujeres y el 46.4% eran hombres. Sin embargo, para 2030 esta cifra podría aumentar a 20 millones y en 2050, la misma alcanzará los 34 millones de personas.
A pesar de la existencia de indicadores objetivos para identificar la vejez, no implica que todas las personas la transitan en igualdad de condiciones, atendiendo a su longevidad y trayectoria de vida.
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Considerando la edad, la falta de oportunidades laborales y la capacidad productiva del sector, los adultos mayores son percibidos como un grupo vulnerable. Lo anterior, los posiciona en desventaja a comparación al resto de la población económicamente activa, debido a que los adultos mayores enfrentan limitaciones para ser acreedores de un crédito.
Al margen de la información crediticia comprendida en el buró de crédito, la mayoría de los rechazos crediticios se deben a la falta de ingresos o a la insuficiencia de garantías. De acuerdo con datos de la CONDUSEF, 1 de cada 3 personas que presentan una queja ante la misma institución, son adultos mayores. Lo anterior, sumado a la baja productividad y a la informalidad laboral, traen como consecuencia un ciclo vicioso de pobreza y marginalidad que impacta enormemente la posibilidad de contar con recursos suficientes para tener un buen retiro y calidad de vida.
Con la llegada de la Pandemia por COVID-19, en México y el mundo, los adultos mayores fueron uno de los sectores más afectados económicamente, ya que perdieron sus empleos y no están amparados por una pensión. Por lo tanto, la mayor parte de este sector, dependen de la pensión para su bienestar, cuyo monto no es suficiente para cubrir las necesidades básicas.
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En este sentido, la Estrategia Regional de implementación para América Latina y el Caribe del Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento, señala que muchas personas de la tercera edad desean seguir siendo productivas, pero existen muchos estigmas que no les permiten continuar desarrollando proyectos y/o mantenerse económicamente activas.
Existe una necesidad inminente de ir trazando un camino que le provea a los adultos mayores una amplia gama de facilidades y protección en términos financieros. En aras de alcanzar este objetivo, una posible herramienta efectiva, es la reducción respecto de la extensión del tiempo en el que permanecen las calificaciones negativas en el buró de crédito, teniendo una especial consideración por este sector vulnerable y así, poder garantizar una vejez digna.
EMILIO SUÁREZ LICONA
CONSULTOR Y PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD PANAMERICANA
@EMILIOSL