ALBERTO WITVRUN OK

Diego Prisciliano Gutiérrez H.

Profesor normalista, abogado, poeta, político y magistrado en retiro le conocí a Diego Prisciliano Gutiérrez Hernández como diputado local a la 52 Legislatura y secretario general de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) en 1984 en una etapa de mucha tensión en el gobierno de Guillermo Rossell, que tenía en ese momento en la Secretaría General de Gobierno a José Guadarrama Márquez.

Que desde entonces aspiraba a ser gobernado y tenía el control político complaciendo al gobernador Rossell enfrentado con Adolfo Lugo Verduzco, presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que sería su sucesor; luego de que le quitó la candidatura a presidente de Tulancingo a Fernando de la Peña para dársela a Luis Roche Carrascosa.

En 1985, junto al dirigente cenecista Gonzalo Rodríguez Anaya fue contrapeso que dio equilibrio a la gobernabilidad  tras la desaparición de poderes en Tulancingo, crisis generada por José Guadarrama tras morir el estudiante Tomás Carbajal, saldo del enfrentamiento con policías, que derivó en un Concejo Municipal, presidido por Aurelio Marín Huazo.

En 1987, ya gobernador Adolfo Lugo, el secretario de Gobierno, Ernesto Gil Elorduy, obstaculizó su carrera. Entonces se dedicó a la academia, pero al crearse el Partido de la Revolución Democrática (PRD) hubo temor que se incorporara al Sol Azteca. Para evitarlo enviaron a Manuel Ramos Gurrión, el veracruzano delegado del PRI; no había nada que temer había dado el no al perredismo.

En el gobierno de Jesús Murillo Karam alcanzó por segunda ocasión una diputación federal. Tiempo después fue nombrado magistrado y presidente del Tribunal Fiscal Administrativo. También fue delegado del ISSSTE, del CREA, como operador político evitó que los petroleros se apoderaran políticamente de Tula y tiene un especial gusto por la bohemia y la literatura, en especial la poesía.

Sus tareas fueron muchas más, donde demostró habilidad y capacidad política. Ni que decir de su trabajo como magistrado que recién fue reconocido por con el premio AMIJ 2020 por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la Judicatura Federal y la Asociación Mexicana de Impartidores de Justicia. Hoy, tras su retiro hace tres años, está abocado a escribir nuevos libros. Interesante sería uno sobre sus experiencias políticas.


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