El 5 de febrero de 1970, Carlos Castañeda de la Fuente, entonces de 28 años, tenía un sólo propósito, asesinar al presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz. Poco o nada trascendió porque el pretendido criminal falló en el intento y fue aprehendido. Esto lo relata en forma magistral por su prosa y la investigación que hizo del caso José Ramón Cossío Díaz, ministro en retiro de la Suprema Corte y miembro de El Colegio Nacional.
Recientemente fue entrevistado con amplitud en el diario El Universal, pero una semana antes, en Pachuca, casi en forma casual adquirí el libro Que nunca se sepa, primera con edición en julio de este 2023 de Penguin Random House Grupo Editorial, que incluye, en blanco y negro, una añeja foto de Castañeda de la Fuente.
Cossío Díaz señala que de acuerdo el plan de quien quería acabar con la vida de Díaz Ordaz, se trasladó a la Revolución en donde iba a celebrarse un acto conmemorativo. Dispuesto a todo, Carlos Castañeda, vecino de la colonia San Rafael, en la ciudad de México, invirtió 900 pesos para adquirir una pistola Luger, que guardó en una maleta.
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Sin ser un profesional, se ubicó en la esquina de Insurgentes y Valentín Gómez Farías. Pasaba un auto en donde se trasladaba el entonces secretario de seguridad Pública, Marcelino García Barragán. Supuso que con él estaría Díaz Ordaz, y disparó; sólo una vez. La bala impactó la parte baja del vehículo, sin afectar a nadie.
Había cerca agentes que lo detuvieron y lo trasladaron a la Dirección Federal de Seguridad, en la Plaza de la República, junto al Frontón México. Ahí lo torturaron, hasta que finalmente, durante cuatro meses, lo encerraron en el Campo Militar Número 1.
Tras esto, la historia tomó otro sesgo, como detalla Cossío Díaz, porque se le determinó como “incapaz mental”, y terminó en el psiquiátrico Samuel Ramírez Moreno, en el kilómetro 5.5 de la autopista México-Puebla. Ahí estuvo 23 años. Se le construyó una celda, y dos guardias lo vigilaban las 24 horas.
Para justificar el atentado, Castañeda de la Fuente dijo que era en respetuoso recuerdo por los jóvenes asesinados en el cruel Tlatelolco 68.
El fallido homicida quedó libre en 1994, gracias al apoyo de la psicóloga federal Norma Ibáñez. Ya fuera, vivía de lo poco que conseguía en la calle, en condiciones de miseria. En el 2001 fue atropellado; auto ni conductor identificados; falleció.
Hay una rúbrica del maestro Cossío Díaz, quien ha escrito 33 libros, además de hacerse acreedor a muchas distinciones. Dijo: “Podemos concluir que fue una operación de Estado, se utilizó a la psiquiatría con fines políticos para ocultar un caso y acabar con un hombre”.
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Díaz Ordaz, controvertido
Gustavo Díaz Ordaz Bolaños, nació en San Andrés Chalchicomula -hoy Ciudad Serdán- Puebla, el 12 de marzo de 1911; falleció en Ciudad de México el 15 de julio de 1979. Fue presidente de México del 1 de diciembre de 1964 al 30 de noviembre de 1970.
En su administración hubo luces y sombras; de las primeras, Juegos Olímpicos de México 1968, y Copa Mundial de Futbol en 1970 De lo segundo, Movimiento Estudiantil de 1968, y Operación Galeana, que llevó a la masacre de Tlatelolco.
Se le culpó, junto con su sucesor, Luis Echeverría, de persecución de movimientos de carácter izquierdista tanto armados como pacíficos.
Su natal Ciudad Serdán fue epicentro de un sismo, el 28 de agosto de 1973, que dejó no menos de 600 muertos, en poblaciones de Puebla y Veracruz. Un mal recuerdo.
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