Pobladores de la localidad de Xuchitlán, del municipio de San Salvador, se dieron cita afuera de palacio de gobierno con el féretro de su compañero y vecino Leobardo Hernández Regino, quien murió tras varios días hospitalizado, luego de ser impactado por un multilanzador que dirigió hacia su persona un policía estatal.
Una caravana de vehículos escoltaba una carroza fúnebre de color blanco, en donde era transportado el ataúd con el cuerpo de Leobardo, en un cortejo fúnebre que comenzó en la calle de Gómez Pérez.
Sus vecinos portaban pancartas con mensajes de “Leobardo leobardo nunca te olvidaremos, el pueblo te recordará por siempre”, “Leobardo, hermano, eres un guerrero que diste todo por su pueblo” y otras increpando a quien dio la orden que ocasionó la muerte del joven de 25 años de origen indígena.
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Una camioneta con altoparlantes responsabilizaba al gobierno del estado por la muerte de Leobardo y pedía al Gobierno del estado que ya basta de represión, ya basta de golpes y que atienda el pueblo que lo eligió.
Indignación en Xuchitlán
Molestia, enojo e indignación externó la caravana que acompañaba un último recorrido del manifestante de Xuchitlán en Pachuca, antes de llevarlo a su lugar de origen, en donde se demandaba que el gobierno del estado se responsabilice de este hecho, “ya basta de represión”.
Esta vez a las afueras de palacio de gobierno no había más que vallas metálicas, y en cercanías en la calle de Cuauhtémoc, aguardaba un contingente de policías, sólo que esta vez la mayoría eran municipales.
Por el altavoz se demandaba el camino del diálogo y solución a las peticiones de las comunidades indígenas, “escúchenos señor gobernador, venimos pacíficamente”.
¡Justicia, justicia! es el reclamo de sus vecinos y familiares en el sitio donde fue lesionado el pasado primero de junio.
Una dramática imagen fue ver el féretro que transportaba a Leobardo al punto donde le quitaron la vida.
El ataúd color café y banderas de México se bajó de la carroza y colocado exactamente en Avenida Madero donde ocurrió la agresión.
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En el punto donde cayó, se montó una guardia de honor, se encendió una veladora en honor a Leobardo, se guardó un minuto de silencio y los habitantes de Xuchitlán y otras comunidades que acudieron en apoyo a sus vecinos cantaron el himno nacional en nhänhü.
Una cruz, un mensaje en el pavimento y flores en donde se desangró, también recordaron a este joven que se convirtió en héroe de su comunidad, quien se trasladó en el cortejo de regreso a casa entre aplausos de los suyos, también de sangre indígena.
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