Rara vez, la ciudadanía somos conscientes de que los predios que se poseen solo pueden ser destinados a los usos permitidos en los instrumentos de planeación territorial. Es decir, principalmente en las ciudades, cada lote de tierra tiene posibles usos preestablecidos y, por lo tanto, su aprovechamiento se encuentra limitado por las leyes aplicables. Eso incluye la necesidad de saber como ciudadanos que a cada uso de suelo también corresponde en el momento de edificar una licencia de construcción.
En municipios como Tizayuca, los instrumentos de planeación territorial se entendieron institucionalmente sólo como requisitos de ley y no desde su carácter estratégico para, a partir de los mismos, detonar el desarrollo económico, la movilidad sustentable, el equilibrio hídrico y el cuidado al medio ambiente. Se trataba de documentos que, una vez aprobados, se guardaban en el archivero o se consultaban pocas veces.
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Ahora, en el gobierno del cambio verdadero a nivel municipal, una de las decisiones de administración pública con más impacto en nuestra visión de políticas públicas, ha sido la de otorgar preponderancia a nuestro principal instrumento de planeación territorial para realizar diagnósticos, análisis y propuestas de solución a los problemáticas sociales detectadas. De esta forma, el plan municipal de desarrollo urbano y ordenamiento territorial de Tizayuca se convierte en un documento conocido, entendido y consultado por los encargados de la administración pública, principalmente en el primer y segundo nivel pero que también está disponible para todas y todos quienes habitamos el municipio.
De ahí que hoy en día, la ciudadanía en nuestro municipio pueda entender que los usos de suelo compatibles con el polígono en donde se encuentran sus propiedades, buscan optimizar los impactos favorables de sus acciones y las de los propietarios de otros predios alrededor y, al mismo tiempo, mitigar los impactos desfavorables. Así se evitan, por ejemplo, construcciones de unidades habitacionales junto a zonas industriales de alto impacto ambiental.
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La composición del plan desciende sobre seis principios rectores: poner en el centro a la persona, equidad e inclusión, ciudad compacta, ciudad sustentable, ciudad resiliente y un enfoque de derechos humanos. Estos principios pretenden impactar favorablemente sobre cinco problemáticas: ambientales, territoriales, urbanas económicas y sociales.
En el futuro inmediato, buscaremos que la ciudadanía también se apropie de este conocimiento para defender los usos de suelo estratégico y evitar así el impacto desfavorable o la convivencia de edificaciones que no armonicen con los principios rectores.