No a la militarización en el mundo y fin a la guerra fueron los grandes mensajes que Roger Waters mandó en el primero de sus dos conciertos que ofreció en el Palacio de los Deportes; y es que el rockero desde hace muchos años se ha convertido en un férreo activista en contra de las violaciones a los derechos humanos, el abuso del poder y las injusticias.
Antes de iniciar, una voz daba dos advertencias de las cuales nadie hizo caso: “Número uno, apaguen los celulares y número dos, todos aquellos que sean fans de Pink Floyd, pero no comulguen con las políticas de Waters, chinguen a su madre y váyanse al bar”.
Al centro del Domo de Cobre una cruz negra gigante era la atracción de las miradas de los que se dieron cita la noche del viernes, el sonido de un trueno, las luces apagadas y el griterío al escuchar “Comfortably numb” era el arranque perfecto de lo que el fundador de Pink Floyd prometiera en sus redes sociales, una experiencia inmersiva, gracias a las pantallas gigantes de 360 grados.
Al abrir con una de las piezas importantes del disco “The Wall” (1979), era de esperarse que la emoción se mantuviera en alto siguiendo con “The happiest days our lives” y “Another brick in the wall”, la cual retumbó por todas las paredes del recinto de Iztacalco y con ello denunciara el abuso de poder y los asesinatos en contra de activistas y personas en todo el mundo.
Tras la espera de casi tres años para ver y disfrutar de Waters y su tour “This not a Drill” vino la realidad, y es que cabe recordar que su visita se suspendió debido a la pandemia de Covid-19 que paralizó a la humanidad.
Con lo más reciente de su repertorio, “The power that be”, “The bravery of beging out of range”, bajó un poco los niveles del respetable, quienes absortos por las imágenes en pantalla observaron a los activistas y personas que fueron asesinadas en todo el mundo debido a la brutalidad policial, como el caso de Victoria Salazar, que el 28 de marso de 2021 fue asesinada por la brutalidad de cuatro policías de Tulum.
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Con “The bar”, Waters fijó postura de que lo que iba a pasar durante su presentación y que por supuesto subiría los niveles eufóricos de sus fans mexicanos, pero que también disfrutarían de una tertulia musical acompañados por las cervezas, rones y whisky que vendían en el lugar.
“Gracias, México, no hablo muy bien español. Quiero agradecer a los que compraron boletos y están aquí ahora, significa mucho para mí. ¡Viva México!”, dijo el cantante tras leer un texto que él mismo escribió.
Pero el concierto no solo se basó en denuncias, sino que también Roger contó una parte de su historia dentro del mundo del rock inglés y fue así que contó el antes y después de Pink Floyd y regaló magistralmente temas como “Have a cigar” y por supuesto “Whis you were here”, la cual fue de las más coreadas y en donde explicó la amistad que tuvo con Syd Barrett, otro de los fundadores de la banda emblemática del rock progresivo.
Luego vinieron “Shine on you crazy diamond” y “Sheep” la cual se desprende del disco “Animals” que el mismo compositor y cantante aseguró que es un homenaje a George Orwell y su libro Rebelión en la granja.
“Syd y yo fuimos a un concierto y al regresar hicimos un acuerdo: crear una banda”, se leyó en una de las pantallas mientras pasaban imágenes del guitarrista y el bajista juntos.
Waters y su banda hicieron un receso de 15 minutos, ya que el concierto duró tres horas, muchos aprovecharon en comprar chelas mientras que otros en desalojarlas.
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A su regreso, una vez más la locura explotó al ver al clásico cerdo inflable dando la vuelta en el recinto y observar a Waters vestido como su personaje en la cinta de “The Wall” que encarnó Bob Geldof, e interpretar “In the Flesh” y “Run like hell”.
Tras esto, lo más esperado de la noche, el “Dark side of the moon” sonó con “Money”, “Us and them”, “Any colour you like” y “Eclipse”.
Entre las imágenes y escritos que se podían leer pidió la liberación del periodista y programador Julian Assange, creador del sitio WikiLeaks. Con la palabra “asesinos” colocó un video y fotos de los presidentes estadounidenses Ronald Reagan, Barack Obama, Joe Biden y por supuesto Donald Trump.
Tras la explosión de energía el mismo músico fue bajando los decibeles hasta conseguir algo más íntimo al juntar a toda su banda al centro del escenario, él en el piano, donde se veía una botella de mezcal y agua. Brindó con todos sus fans y dio las gracias por haber asistido a lo que fue un concierto memorable lleno de denuncias y rock progresivo de la más alta calidad.
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