En una época difícil como la que enfrentamos, la defensa de los derechos humanos viene acompañada de actos cada vez más palpables y evidentes, pero sobre todo hoy es importante que estas acciones conduzcan a medidas contundentes sobre aquellos que vulneran la libertad y la igualdad, que esclavizan y discriminan; contra quienes niegan la justicia o la protección de la ley, porque la aún fragilidad de nuestra sociedad en estos temas nos debe instar a reconocer los errores para enmendarlos y construir comunidades justas y equitativas.
Este 10 de diciembre se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos, fecha instaurada en honor al momento histórico en que la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos, en 1948, documento que proclamó las atribuciones inalienables e inherentes a todos los seres humanos, sin importar raza, color, religión, sexo, idioma, opiniones políticas, lugar de nacimiento, origen nacional o social, ni ninguna otra condición.
Y es que después de la barbarie y crueldad vividas durante la Segunda Guerra Mundial los países se comprometieron a evitar a toda costa que una situación de esta índole se repitiera; es así como después de poco más de siete décadas derechos como: la prohibición de la discriminación, la igualdad entre hombres y mujeres, la libertad de expresión y el acceso a la justicia, a la información, o a la educación, parecen temas abordados de manera frecuente y cotidiana, aunque lamentablemente, muchos de ellos continúan siendo asuntos pendientes en la agenda de diversas naciones.
De acuerdo al informe El estado de los Derechos Humanos en el Mundo 2018 publicado por Amnistía Internacional después de analizar 158 países se llegaron a diversas conclusiones y casi ninguna es alentadora, ya que los ataques contra los valores básicos que sustentan los derechos humanos han adquirido proporciones enormes; los conflictos, alimentados por el comercio internacional de armas, siguen afectando de forma devastadora a la población civil, a menudo intencionadamente y algunos líderes han seguido abordando la crisis global de refugiados con una mezcla de evasión de responsabilidades y absoluta insensibilidad.
Sin embargo, a pesar del escaso avance en este importante rubro, desde al menos hace tres años sucedió algo que ha cambiado el escenario mundial, y es que el surgimiento de nuevas amenazas, la impotencia, el cansancio y el hastío se convirtieron en catalizadores que impulsaron al espíritu de protesta, lo cual sumado al poder de las redes sociales han creado una nueva manera de luchar por los derechos humanos, una forma que no tiene fronteras.
Hoy la igualdad y la justicia son temas imprescindibles para la población y se está dispuesto a salir a las calles para denunciar y exigir, porque además el sentido de solidaridad internacional condena fuertemente los genocidios, la opresión, la corrupción, las hambrunas y la persecución o discriminación por motivos de género, entre otros.
Este día es un momento para hacer no sólo un alto sino también para guardar un minuto de silencio por aquellos que lucharon y hoy ya no están, pero sobre todo es una oportunidad para comenzar a enmendar los puntos pendientes y hacer valer cada una de las características de respeto a la dignidad humana.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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