El ejercicio continuo del periodista y la lectura constante de otras fuentes hace que uno contraste las formas, los posicionamientos y los fines. No es difícil percibir que sobran escribidores espurios, que ya no desean reflexionar un tema en sus espacios, sino que explotan el morbo y el consumo del rumor y los supuestos trascendidos.
Se sabe que en tiempos de la mediosfera lo que importa es el primer impacto… provocar el efecto y el descrédito; si luego se comprueba que no eran sino una serie de infundios, ello no importa, pues lo importante es “pegar primero”.
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Tal estrategia reiterada me hace parafrasear a Raymond Carver en el título de la columna y regresar a Rafael Sánchez Ferlosio (1927-2019), quien con su gran experiencia acometió contra aquellos a los que llamó “opinadores”, dado que cooptaron los medios españoles personas que no poseían el bagaje para analizar y reflexionar sobre distintos temas… algo que se ha extendido por doquier.
Y a partir de tal idea, me hace acudir a otros maestros que supieron señalar el camino sobre el que debía transitar un periodismo que se respete a sí mismo y respete a los lectores.
El periodista del sombrero de ala ancha, el norteamericano Gay Talase (1932) hace rato que se preocupa por la condición del oficio: “Si los periodistas tradicionales no hacen algo por mejorar, se van a extinguir. Estamos perdiendo la especialización, la singularidad, el arte del periodismo. En otras palabras, la carrera de periodista va a acabar reducida a un puesto de administrador, como un secretario. Habrán perdido el oído, la pluma, el cerebro.…”.
Pero en muchos casos, seudocolumnistas -y que cada quien se ponga el saco que le quede- aprovechan su posición de privilegio para emprender revanchas personales o allanar el camino en torno a intereses clientelares.
Y es que perteneciendo al gremio, uno no puede sino recordar al gran Francisco Ayala (1906-2009) cuando precisaba: “La tolerancia es una actitud que tampoco puede ser excesiva. Porque si se tolera todo no se tiene conciencia de la responsabilidad. Es menester saber entender, pero al mismo tiempo imponer criterios que sean justos y adecuados”.
Habrá quien se sienta satisfecho de ser un mercenario -allá ellos-; se les olvida que Talase completaba la reflexión antes mencionada diciendo: “El periodista tiene que ser testigo de la Historia. Y si no de la Historia, por lo menos de la actualidad. Los reporteros tienen que llevar la contraria y no pueden hacer eso sentados en una habitación apretando botones. ¡Salir a la calle! Y siempre deberían mantener el escepticismo. Un periodista tiene que estar harto, enfadado con la situación y reaccionar. No pueden ser tan pasivos”.
Algo que se equilibra perfectamente con otra de las certeras frases de Talase, autor de Vida de un escritor: “La objetividad es una ilusión, pero la honestidad es crucial”.
De mi parte, siempre suelo acudir a una frase del gran Francisco Umbral (1932-2007) para recordarla naturaleza de la disciplina que tanto me apasiona: “El periodismo mantiene a los ciudadanos avisados, a las putas advertidas y al Gobierno inquieto”… me mantengo en diálogo constante con los ciudadanos mayormente.
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Y por si fuera poco, el también autor de Mortal y rosa, dijo: “Escribir es la manera más profunda de leer la vida”.
¿Porqué será que abundan los que dejan de lado las recomendaciones de los grandes? Quizá porque no les interesa en realidad el periodismo, sino hacer negocios a través de él.
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