La reforma judicial en México avanza, pero lo que es de no creer es cómo la próxima presidenta del país está dispuesta a tener un inicio de gobierno complicado, si no es que muy difícil.
La reforma o no al poder judicial será muy importante para pronosticar el futuro próximo de la economía mexicana, de concretarse, estaríamos preparándonos para lo que puede ser la primera crisis económica por causas internas en lo que va de este siglo.
El Estado de Derecho es fundamental para un buen desarrollo de la economía, los países con un sólido Estado de Derecho suelen ser países desarrollados. En un país con buen Estado de Derecho tenemos certeza sobre las reglas del juego y se tiene una mayor protección de los derechos de propiedad. Cuando la justicia en un país no funciona bien, y en el nuestro no funciona bien cuando de 100 delitos cometidos quedan impunes 95, el crecimiento de la economía se vuelve más complicado. Los países con un débil Estado de Derecho no suelen crecer a tasas altas por tiempos prolongados. Es por esta razón que siempre hay que estar en busca de uno mejor y justo este es el problema con la reforma al poder judicial, la reforma judicial como está planteada nos dejará un peor Estado de Derecho.
A decir de una gran cantidad de expertos, someter a votación la elección de jueces y magistrados es una mala idea, la elección de jueces y magistrados por voto popular puede debilitar la independencia judicial, puede intensificar los defectos que hoy ya tiene el sistema y puede destruir lo que hoy funciona bien. En pocas palabras, de aprobarse vamos a terminar con algo peor a lo que tenemos hoy.
A los inversores no les gusta un país en donde el sistema judicial no es independiente, esto porque los inversores deben de tener la absoluta certeza de que sus disputas se van a solucionar de manera justa en un juzgado, una reforma judicial debe de garantizar que los juicios se solucionaran pronto y de manera justa e independiente. Si una reforma judicial no garantiza lo anterior, y esta reforma no lo hace, los inversores se la van a pensar dos veces antes de invertir su dinero en México y, si lo llegaran a invertir, entonces exigirán retornos mayores debido al riesgo.
Si la reforma se aprueba, lo más probable es que la inversión caiga. Un problema con que no se invierta mucho es que esto provoca que el país crezca menos. Esto ya lo estamos viendo, la economía mexicana creció en el primer semestre del año apenas un 1.3%, la mitad de lo que pronostica Banco de México para final del año, esto es poco si consideramos que EEUU está creciendo a tasas más altas o si consideramos que el gobierno aumentó mucho su gasto por las elecciones. Cuando volteamos a ver a la inversión extranjera directa veremos que ha venido cayendo de forma constante desde 2015 pero si miramos el rubro de nuevas inversiones y comparamos 2022 con 2023 nos daremos cuenta que de un año a otro las nuevas inversiones cayeron en 66%. Esto en un contexto normal debería de preocupar pero mucho más en un contexto de relocalización, en el mayor movimiento global de empresas de la historia, pocas escogen a México.
La economista Gabriela Siller calculó el impacto que podría tener sobre el PIB la reforma judicial y calcula que de aprobarse tendría un costo de 1.9%, si consideramos que el pronóstico es que la economía mexicana crezca alrededor de 2% en 2025, estaríamos renunciando a crecer. Pero esto sólo es el principio, el no crecer tiene otros efectos, con menor crecimiento las empresas no contratan a más gente, más personas se quedan sin empleo y entonces consumen menos lo que crea un círculo vicioso, menos empleo, menos consumo, menos empleo, por lo que de aprobarse la reforma es muy probable que México caiga en una recesión. Caer en recesión trae otros problemas, uno de los principales son las finanzas públicas, al tener menos ingresos debido al menor crecimiento, el gobierno tendría que hacer recortes o pedir dinero prestado, el problema con lo segundo es que al hacerlo podría poner en riesgo su calificación creditica y esto es grave.
Es por esto que cuesta trabajo entender cómo la futura presidenta de México quisiera meterse en tantos problemas y de paso hacernos pasar por ellos. Todo por un capricho. Tuvieron que pasar casi 30 años para que al final de un sexenio se estuviera hablando de una posible crisis económica, otra vez.