Eric Berne, profesional de la salud mental formado en el psicoanálisis, proponía que las personas durante la infancia desarrollamos un argumento de vida, algo así como un libreto, un plan inconsciente, una hoja de ruta escrita en gran parte bajo la influencia de las figuras parentales. Dicho argumento se manifiesta en diferentes etapas de la vida, así como en diversas áreas de nuestro desarrollo, una de estas corresponde a la forma en que elegimos nuestras metas. Berne clasificaba a los individuos como ganadores, no ganadores, trepadores, perdedores y triunfadores.
Desde esta postura, un Ganador sería aquella persona que elije gran parte de sus metas buscando cumplir con las exigencias o expectativas paternas, dirige su energía a esos objetivos y termina por conseguir muchos de estos, sin embargo, es muy difícil que, en el fondo, se sienta satisfecho con sus logros. Ha complacido a otros, pero no a sí mismo; suele recibir fuertes recompensas sociales o económicas por sus logros, más no satisface sus propias necesidades, deseos e intereses. El No Ganador, elige sus metas de la misma forma que el ganador, busca complacer a las figuras importantes de su infancia, sin embargo, a diferencia del anterior, no las logra, las aborta, se sabotea; suele experimentar una enorme frustración ante su falta de logros y no obtiene el reconocimiento que necesita. El trepador, sería aquel individuo que se plantea metas muy ambiciosas normalmente ligadas a obtener poder y dinero, solo que su motivación interna es el resentimiento que acumuló en la infancia, por lo tanto lo veremos buscando conseguir sus objetivos sin reparar en los métodos, no le importará gran cosa conseguir lo que quiere y satisfacer sus apetitos a cualquier precio, al margen de la ley, estafando, trepando por encima del otro al que convierte en un mero objeto que usar o desechar; suele conseguir lo que se propone, sin embargo, experimenta un gran vacío interior y sus vínculos afectivos son muy pobres. El Perdedor, es aquel que no es capaz de plantearse ni metas propias ni ajenas, va por la vida abandonado totalmente a las circunstancias incapaz de darle el mínimo rumbo a su vida, así, no solo experimenta el vacío personal, sino que sufre del rechazo social. El Triunfador, es aquella persona que logra dejar atrás las expectativas familiares y sociales y es capaz de plantearse su propio proyecto, sus propias metas, se compromete con ellas y más allá de los resultados de su acción, experimenta una profunda satisfacción, frecuentemente es un individuo que es útil para sí mismo y para su grupo social.
El la visión del desarrollo del potencial humano, se busca que cada persona tenga un crecimiento holístico: personal, profesional, social y cultural, que despliegue todas sus potencialidades, que se viva como una totalidad. Este modelo busca incidir en la formación de una persona autónoma, reflexiva, con conciencia crítica, que asuma un papel activo en la conservación y transformación de su entorno natural y social, que desarrolle un sentido gregario de pertenencia.
Esta visión integradora que se nutre en la tradición humanista, considera que cada persona es capaz de elegir su propio destino, es libre para decidir qué es lo que quiere realizar en el transcurso de su existencia y asumir la responsabilidad de sus decisiones; es una entidad total que acciona simultanea e íntegramente sobre la realidad poniendo en juego sus potencialidades cognitivas, sus intereses, sus deseos, su afectividad, sus capacidades psicomotoras y su espiritualidad. Con todos estos recursos, el sujeto enfrenta los problemas de la realidad proponiendo soluciones creativas e innovadoras que respetan su propia integridad y la de sus semejantes.
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