Crónica de la marcha del 8 marzo 

Por supuesto estuve en la marcha del 8 de marzo en Pachuca, atestiguando cómo había aproximadamente 5 mil mujeres o más, saliendo a marchar con las niñas/os que iban en el contingente con sus personas cuidadoras (no como en la otra edulcorada sin pintas, ni iconoclasia) en la que fueron seguras/os aprendiendo cómo la marcha es de lucha y digna rabia, como cada que marchó escuchando los testimonios horribles de las madres con sus hijas desaparecidas o las mujeres jóvenes gritando justicia por los acosos en la escuelas y las calles. Mujeres adultas mayores con sus sillas de ruedas y carteles, tanto organizaciones civiles como Seiinac y las visitadoras de la Comisión de Derechos Humanos preparadas para cualquier situación que tuviera que ver con primeros auxilios psicológicos y/o médicos, la organización Ahuacachahue organizando los contingentes,  me encontré con quienes he marchado muchas otras veces por el aborto, por nuestros derechos pero también con un cúmulo de dignidad y rabia, con consignas, con pañuelos morados y verdes, con carteles llenos de gliter y frases feministas. Las protagonistas de la marcha son todas aquellas que contaron sus casos al llegar a Palacio de Gobierno que no han sido atendidas por distintas autoridades y en otros casos contarlos para liberar esos silencios y secretos de actos que atentan contra la vida libre de violencias.  

Estaba llena Plaza Juárez, Río de las Avenidas, Parque Hidalgo, Viaducto, Palacio de Gobierno. En muchas parte vibraban las consignas, la canción Sin miedo de Vivir Quintana. ¡Qué poderoso ver arder las hogueras hasta que cayó la noche!. Algunos coches se quedaron varados en Río de las avenidas, nadie los pintó, o les gritó, o golpeó, tampoco los comercios.  Donde sí hubo pintas fue en diversas instituciones, es decir, el estado que tiene obligaciones que responder frente a diferentes casos que se les han presentado y desatendido. Presentan una estrategia sin indicadores, sin metas, más de lo mismo que se ha dicho en otros gobiernos priistas, se jactan de llegar a otras, vemos a las mismas en los eventos, hablando de ellas, de cómo llegaron y luego qué hacen por la señora que vino desde Huejutla con lo poco que tenía y vendió para exponer su caso, que no ha sido oída en ninguna institución esa noche tuvimos que buscarle dónde pernoctar y que de manera probono se dé seguimiento a su caso. Van hasta Huejutla, las mujeres vienen hastá aca para saber por qué no las escuchan.  

Ese mismo 8 de marzo que reivindica la lucha de las mujeres trabajadoras,  Simey Olvera de Desarrollo Social y Bertha Miranda del Instituto de las Mujeres fueron corridas de la mercadita feminista que hacía su venta en Plaza Juárez previo a la marcha, las mercaditas  tienen de fondo la falta de atención a las mujeres que han vivido violencia vicaria y/o falta de pensión alimenticia, mujeres sin trabajo por tener que atender sus demandas en los juzgados, las corrieron porque no han sido atendidas por ellas, ni proponerles una solución,  pero además la imagen refleja claramente cómo  las mujeres de la mercadita están en el piso sin carpas, en pleno rayo del sol, con sus niñas y niños que luchan por sus derechos, sin un empleo y, ellas desde arriba con sus ropas moradas, con sus empleados con radios cuidándolas, en otra foto de sus actos oficiales del 8 de marzo posando con un hombre en medio, peinadas de salón y sin que las artesanas sean quienes salgan porque se supone que era una venta de sus productos, no salen porque seguramente no están vestidas para la ocasión, repito no solo es el género sino la lucha de clases que a ellas ha dejado de cruzarlas. Como dice Angela Davis Cualquier “feminismo” que privilegie a las que ya tienen privilegios será irrelevante en la lucha feminista.  

Mi pecho no es bodega. Es importante recordar que cuando hablamos de temas que tienen que ver con los derechos de las mujeres, no solo hablamos de género, sino también como esto debe ser atravesado por la lucha de clases, por eso es increíble ver que una organización civil de Pachuca Yo Te Creo que se dedica a la atención del abuso sexual haga convenios con restaurantes que reiteradamente aparecen en las denuncias de acoso sexual, además de explotación laboral contra sus personas trabajadoras para que vendan una concha morada para apoyar su causa, es decir, lavarles la cara y la reputación a cambio de una parte de las ganancias. Sin duda, la contradicción.