Para las trabajadoras de la aguja y la bobina, la pandemia acentuó más la precariedad del oficio que originó el Día de la Mujer cada 8 de marzo, para conmemorar que un grupo de obreras textiles salió a las calles de Nueva York a protestar por las condiciones míseras en las que trabajaban.
Las mujeres que se dedican a la costura han padecido la falta de ingresos, ya que al cerrarse las tiendas de ropa debido a la emergencia sanitaria provocada por Covid-19, no tienen trabajo para maquilar, por lo que han sorteado la crisis con la elaboración de cubrebocas.
A 40 centavos el cubrebocas
“Me pagan a 40 centavos cada cubrebocas”, señaló en entrevista a La Jornada Hidalgo María de la Cruz González Vargas, trabajadora de la costura en la comunidad de San Mateo, Acaxochitlán.
Sin tener en cuenta que la fabricación de cubrebocas requiere más cuidado con la limpieza y es un trabajo más detallado coserlo porque es tela que no manejamos comúnmente, te tardas en acomodarlo.
También hice batas quirúrgicas y esas me las pagaron en 4 pesos cada pieza. La necesidad es la que nos hace aceptar que nos paguen eso, ahorita no tenemos trabajo porque cerraron los comercios de venta de ropa, entonces no hay venta
María de la Cruz González
Ella describe que antes de la pandemia en su taller de costura trabajaban nueve personas, “ahorita solo somos mi hermana, una vecina y yo, me da pena decirles que no hay trabajo”.
“Ya hay muchas costureras, antes solo había dos talleres en San Mateo, y con tal de trabajar se recibe la maquila a bajo costo, muchos abusan de la necesidad que hay ahorita”.
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A Rosalía le pagan a 10 pesos si confecciona y pone los materiales
A un año de la crisis de salud, la señora Rosalía Ortega Islas, vecina de la colonia Javier Rojo Gómez en Tulancingo, no ha dejado de trabajar en la creación de cubrebocas, “si yo pongo el material me los pagan a 10 pesos”.
Si solo corto y ellos me dan el material, me lo pagan a 5 pesos. Me conviene mejor comprar las telas y el resorte. No es un precio justo, es poco lo que pagan, y hay lugares que los venden hasta en 20 pesos
“En un metro de tela puedes sacar 20 cubrebocas, si los das en 10 pesos cuánto le puedes ganar, si hay tela puedes comprar en 45 pesos”, cuestiona Rosa, quien además lo sanitiza y embolsa para entregar.
Refiere que muchos fabricantes hacen el cubrebocas con una tela, y esto no asegura la protección del virus, “debe llevar tres capas de tela, así los hago yo”, asegura Rosalía, quien al día puede hacer 150 cubrebocas, desde las 8 de la mañana hasta las 5 de la tarde.
“Al principio de la pandemia no sabía bien, se hacía la forma del cuadro y era solo tela, después vi el cubrebocas quirúrgico con pellón, y lo mejoré poniéndole tela, fondo de tela y filtro”.
Costureras continúan subsistiendo con el pago a destajo
María de la Cruz González Vargas señala que pese a la lucha en este oficio que desató el Día de la Mujer los salarios continúan extremadamente bajos, “yo empecé a trabajar en el año 2000, y desde entonces no me han subido casi el pago por coser camisa”.
Yo casi siempre he cosido de todo, pero más camisa, porque la zona donde estamos es camisera, son fabricantes, recuerdo que me la pagaban a 11 pesos, y el hilo costaba 11 pesos
La mujer recuerda que con una camisa compraba un hilo, y ahora, después de 20 años los hilos cuestan 25.50 pesos y la camisa se la pagan 16 pesos, “pero hay personas que la siguen cobrando 11 o 12 pesos”.
Hace unos días hice playera original, te piden demasiada calidad, me dijeron que me iban a pagar a 12 pesos, me terminaron pagando a 10 pesos. En una tienda una playera de marca por barata está en 200 o 300 pesos
“Somos muy explotadas, la necesidad nos hace aceptarlo”, comenta María de la Cruz, y asegura que muchas veces ha querido organizarse con otras compañeras del gremio costurero para exigir a los fabricantes un precio justo por su mano de obra.
Dan ganas de decirles que si no me la pagas a tanto no te la voy a coser, ellos necesitan de nosotras, pero no todas las mujeres están dispuestas por el riesgo a que no nos den trabajo y entonces qué hacemos.
Invisibles desde antes de la pandemia en el trabajo a domicilio
Aunque en la costura no hay una forma de virtualizar las actividades, los testimonios de mujeres apuntan las largas jornadas de trabajo y sobrecarga en tareas domésticas que se ejerce sobre ellas, desde antes que se implementara el trabajo a distancia por la pandemia, que ha hecho visible la desigualdad de género.
María de la Cruz González Vargas, con estudios de informática, pisó el pedal de una máquina de coser hace dos décadas, ante la necesidad de sostener y cuidar a su hija de cuatro meses de nacida.
Lo que pasa es que a los patrones les conviene que tú seas una mujer muy vulnerable, porque así no les repelas el precio, por la necesidad que tienes de ganar algo de dinero
Añade que este trabajo a domicilio informal en la industria textil ha sido una manera que los fabricantes, en su mayoría hombres, vistan de “trabajo flexible” para que las madres solteras puedan trabajar en casa, estar pendientes de los hijos y realizar las labores del hogar.
Si te atrasas en el día, tienes la noche y madrugada para coser
Cuando hay demanda de costura, se prolongan las jornadas de trabajo para entregar el pedido, explican las trabajadoras.
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“En una empresa entras y sales de trabajar en un horario, aquí desde que amanece hasta que anochece, puedo trabajar 12 a 14 horas. Si te atrasas en el día por las actividades del hogar, tienes la noche y madrugada para coser”, expresa María de la Cruz.
María de la Cruz comentó que en ocasiones no les pagan, y ni las gracias. “Suele pasar que entregas y no te pagan, no hay forma de comprobar el trabajo porque en esto no tenemos un contrato”.
De hecho hay muchos patrones que me han quedado a deber. Yo aprendí a manejar porque me dieron un carro por trabajo, me pagaron con un coche que además estaba en malas condiciones y después vendí.
Ocultan enfermedades para seguir cosiendo
Rosalía Ortega Islas que se dedica a coser desde los 14 años de edad, señala que se enferman de los pulmones, riñones, y siguen trabajando sin parar porque no tienen de otra.
Además de problemas de columna por permanecer sentadas en sillas incómodas durante un tiempo prolongado, debido a la prisa de entregar más piezas y recibir más remuneración por su trabajo.
Por otro lado también existen condiciones de iluminación en casa durante la noche que suelen ser deficientes, “te cansa mucho la vista, la espalda, los pies se te hinchan”, dice María de la Cruz.
A las condiciones precarias de trabajo, las costureras añaden la falta de seguridad social para atender sus padecimientos. Asimismo frecuentemente enferman de estrés y fatiga por la presión de entrega. María de la Cruz contó que en una ocasión falleció un tío y el patrón le dijo .
Las hijas aprenden a coser por añadidura
Sin embargo, el escenario laboral aún no desanima a María de la Cruz, “con este trabajo he sacado adelante a mis dos hijas, la mayor será licenciada en Criminalística”, señala sonriente.
“Las hijas te ven trabajar y aprenden solas porque es un oficio. Pero no quiero que mi hija se dedique a esto, yo le dije estudia para que salgas de aquí. Mi meta en la vida es que mi hija termine su carrera, y solo trabajar para la más pequeña”.
Nada que celebrar el 8 de marzo
No queremos que nos festejen el día de la mujer, yo siento que mejor deberían reformar, así como hicieron con las empleadas domésticas, para que las costureras tengamos algún seguro médico o un salario digno
Expresó María de la Cruz.
Por su parte, Rosalía cree que en medio de la crisis por Covid-19 quizá la gente decida remendar su ropa antes que comprar, porque no tendrán los medios, por lo que confía que tendrá trabajo, y quizá se valorará más su oficio.
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