Para Verónica Tartabini, Giovanni Pico della Mirandola planteó una tesis que se refería a que “la propuesta de la nueva antropología en la Modernidad había alejado al hombre del ámbito religioso, porque éste no le permitiría ser lo que estaba destinado a ser en su plena libertad. Se ha creído, en suma, que la antropología de Pico había colocado al hombre en el centro del cosmos y había subrayado que su dignidad tenía un valor esencial permitiendo el orden universal.
Para Pico “el ser humano era creador de su propio destino y contemplador de la perfección de la creación, el predilecto del Padre divino. Como consecuencia, se ha repetido con convicción que la idea de lo sagrado o de Dios ya no era necesaria para defender los fundamentos de la filosofía moderna y contemporánea.
Sin embargo, esta propuesta que buscaba una realización autónoma del hombre no pudo hacerse realidad, a pesar de la anunciada “muerte de Dios” y de la sucesiva secularización de la sociedad. Hoy en día, de hecho, parece ser que se echa en falta una dimensión espiritual irrenunciable para la humanidad. Para huir de las inquietudes de la globalización y de la digitalización, en la actualidad se apuesta por una interioridad que le permita al ser humano volver a conectarse con la esfera trascendente dentro de sí mismo”.
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Para Jorge Domínguez, “Conectar con uno mismo consiste en reconocernos en nuestra propia historia, emociones y creencias con el fin de aceptar, respetar y cuidar de nuestra esencia vital, nuestro ser integral; y también para identificar aquello que deseamos transformar para lograr un mayor nivel de bienestar. En pocas palabras es ser amigo de ti mismo, de ti misma”.
Pensar en esto es fundamental, porque nos encontramos en la era de mas concentración de información al alcance del ser humano, y curiosamente, estamos en la época en la que es más fácil desconectarnos de nosotros mismos en la abstracción autoimpuesta por el encadenamiento a los dispositivos móviles.
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Estamos pues, entre la paradoja de tener las posibilidades de viajar al espacio, escudriñar en lo más íntimo de la materia, realizar mapas genéticos, reproducirlos, generar vida y automatizar máquinas, y sin embargo, seguimos siendo desconocidos para nosotros mismos. Estamos tan pendientes del trabajo, de la casa, de los amigos, de los otros y de lo que deseamos ver de nosotros en ellos, y nos olvidamos de tomar en cuenta nuestras necesidades más íntimas. En otras palabras, nos hemos desconectado de nuestro propio ser, de nuestras propias necesidades. Estamos atentos a lo que ocurre afuera, pero olvidamos lo que nos compone. Nos atraen los misterios del mundo y su naturaleza, estamos hiperconectados con el exterior y desconocemos cómo hacer match con nuestra esencia. Tal vez, éste sea un buen día para enviar un cable a nuestro centro, conectarnos.
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