Dicta un dicho popular que las palabras se las lleva el viento, pero ¿es realmente cierto?, ¿cuánto se recuerda de lo dicho?, ¿un comentario negativo puede omitirse?, ¿debe hablarse siempre con la verdad, aunque ésta lastime?
La comunicación asertiva hace referencia a la habilidad para establecer diálogos de manera calmada y con respeto, expresando lo que queremos decir, pero buscando en todo momento evitar herir los sentimientos de las otras personas. Y es que actualmente, el diálogo empático se ha convertido en una de las destrezas más desarrolladas en los distintos niveles educativos y una de las aptitudes más valoradas en el ámbito laboral.
En un escenario disruptivo como el que vivimos y en empresas cada vez más cambiantes, elementos como el respeto, la solidaridad y el respeto permiten que el intercambio de información mantenga a sus integrantes en un ambiente laboral sano; pero además la asertividad permite dos de los factores más significativos, no solo en la institución donde nos desempeñemos sino en la sociedad misma: la negociación y la resolución de conflictos.
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Con respecto al ámbito educativo, este tipo de comunicación no solo debe desarrollarse en los alumnos, sino que tiene que ser parte fundamental de las competencias pedagógicas, lo que impulsa el equilibrio de las relaciones en el aula.
No se puede perder de vista que dicha asertividad va estrechamente ligada a un concepto muy importante como lo es la responsabilidad afectiva, lo cual no significa hacerse cargo de cómo los demás gestionan sus emociones, sin embargo, sí es escencial considerar la manera en la que cada uno reacciona ante las emociones de los otros.
No podemos continuar creyendo que lo dicho no lastima o no hiere, que las palabras son solo expresiones, porque la realidad es que en muchas ocasiones un comentario en el tono inadecuado o expresado de forma agresiva hiere más que la acción misma. Y es que, aunque evitemos adquirir ideas preconcebidas de los otros, tenemos que admitir que incluso las percepciones son significativas para nuestro desarrollo social y personal.
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Y aunque en muchas ocasiones se pueda comprender que las palabras y actitudes fueron desencadenadas por momentos de frustración o de enojo será difícil eliminarlas de nuestra memoria, ya que ellas quedaron registradas a través de una huella emocional.
Con el paso del tiempo, es probable que hayamos buscado quitar peso a aquello que dijimos o a la forma en la que reaccionamos, pero esto es casi imposible ¿quién no recuerda una palabra de aliento?, ¿quién no ha guardado de manera significativa la manera en la que alguien nos habló en un momento de dolor? las expresiones equivocadas como las acertadas generan un impacto que trasciende a nuestro pensamiento y a nuestro contexto.
Desde hace años y frente a una creciente sociedad más agresiva e indiferente el reconocimiento de la comunicación asertiva, es necesaria; porque hay que admitir que honestidad sin empatía es violencia.
*Analista en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.
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