Con un descenso en la tasa de mortalidad y en la rapidez de propagación del COVID-19, este 2022 inició con amplias expectativas y esperanzas; aunque éstas fueron rápidamente interrumpidas por la aparición de la variante Ómicron que obligó una vez más a tomar difíciles medidas, lo que no ha permitido la recuperación total de uno de los rubros que más sufrieron con la crisis sanitaria: el turismo.
Es innegable que el miedo al contagio y las diversas restricciones, agresivas para un mundo desprevenido ante un golpe de tal magnitud, hicieron que de acuerdo a datos del Banco Mundial la disminución de viajes provocará pérdidas históricas superando 11 veces la cantidad que se tuvo durante la crisis económica de 2009; además de ponerse en riesgo entre 100 millones y 120 millones de empleos en el sector, muchos en pequeñas y medianas empresas.
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Ante situaciones complicadas, analizar, pero sobre todo trabajar en cambios significativos permite que como sociedad replantemos esquemas para encontrar soluciones a corto y largo plazo. Es por ello que reconstruir el sector turístico es una oportunidad para que éste sea más inclusivo, resiliente, pero sobre todo sostenible.
Es así que con la mirada puesta en una recuperación paulatina pero contundente, de acuerdo a información publicada por la Organización Mundial del Turismo todas las regiones experimentaron un significativo repunte en enero de este 2022, aunque hay que tener en cuenta que se compara con los bajos niveles registrados a principios de 2021; además cabe mencionar que Europa y las Américas continúan mostrando los mejores resultados.
Nuestro país ha comenzado a restablecerse en este rubro, con base en estimaciones proporcionadas por el Centro de Investigación y Competitividad Turística (Cicotur) Anáhuac, el turismo nacional estaría a -7.5% de los niveles prepandemia. De manera similar, el consumo turístico interno se espera que alcance los 225,000 millones de pesos lo que aún significaría una caída del 6.8% con respecto al 2019, pero una mejora notable con respecto al 2021.
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Y aunque pensamos que después de dos años de intensas labores por parte de todos los sectores la recuperación total llegaría, la guerra en Ucrania plantea nuevos retos al entorno económico mundial y podría obstaculizar la confianza a nivel mundial; por lo que el fantasma de las pérdidas en el sector del turismo no ha desaparecido por completo.
Hemos comprendido, sobre todo después del confinamiento, que viajar conlleva diversos beneficios: diversifica la economía, combate la pobreza, rompe barreras lingüísticas, raciales, religiosas y socioculturales, además, mejora la calidad de vida, pero sobre todo permite relajarnos y reorganizarnos de forma psicológica. Desafortunadamente, también deben analizarse los puntos negativos y trabajar en ellos como la contaminación, la degradación del ambiente físico natural y la disminución de conflictos sociales, entre otros.
La recuperación total depende de acciones certeras como la reestructuración de la movilidad, la profesionalización de los sistemas de salud, la empatía con empleados, proveedores y sobre todo clientes, así como en la promoción de un turismo más responsable y comprometido. El fatalismo ya no es opción y el trabajo coordinado y corresponsable son la salida más viable para reestablecer el turismo.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política, Religión y Educación.
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