Hasta el momento el Producto Interno Bruto (PIB) continúa siendo uno de los principales instrumentos para medir el estado de la economía en los países, sin embargo, frente a un mundo cambiante y ante situaciones como el cambio climático, las crisis de salud, los problemas económicos y políticos, pero sobre todo, la pérdida de la naturaleza, es necesario replantearse escenarios y formular nuevas maneras de generar desarrollo económico sin mermar la naturaleza.
Derivado de lo anterior y con la finalidad de enfocarse en nuevos elementos, la Organización de las Naciones Unidas en su informe “La riqueza cambiante de las naciones 2021” presenta el estudio de 146 países desde 1995, en el cual se mide el valor económico del capital natural renovable, el no renovable, el humano, el producido y los activos externos netos de cada territorio.
No se puede negar que el capital natural renovable, constituye un enorme porcentaje de la riqueza en los países de ingreso bajo, lo que debería implicar que, desde la perspectiva del desarrollo socioeconómico sostenible y la reducción de la pobreza, es aún más importante gestionar este recurso con cuidado y no agotar los activos naturales en aras de aprovechar oportunidades de aumentar los ingresos en el corto plazo.
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Pero además otro aspecto a analizar y que golpea la economía y el crecimiento del bienestar mundial, es que la disminución de la biodiversidad, no solo afecta de forma directa la vida en el planeta, la producción de alimentos o el equilibrio de los sistemas naturales, sino que, aunque aún existe un debate generalizado entre la comunidad científica, algunos sostienen que la pérdida de capital renovable puede ser la causante de crisis de salud como la actual.
Es decir, ¿las pandemias podrían ser el resultado del efecto dominó que hemos generado como especie? La respuesta todavía es complicada, pero de acuerdo al informe “Pérdida de naturaleza y pandemias. Un planeta sano por la salud de la humanidad” publicado recientemente por el Fondo Mundial para la Naturaleza más del 70% de las enfermedades humanas en los últimos 40 años han sido transmitidas por animales salvajes.
Y es que en hábitats con gran diversidad de especies que se relacionan en equilibrio, los virus se distribuyen entre las especies y no afectan al ser humano. Pero cuando se debilitan los ecosistemas naturales se facilita la propagación de patógenos, aumentando el riesgo de contacto y transmisión al hombre, con severas implicaciones negativas sobre la salud.
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Proteger la naturaleza, frenar la extinción de especies, la pérdida de biodiversidad, mantener la integridad de los sistemas naturales, terminar con el tráfico ilegal y el consumo de animales silvestres, luchar contra el cambio climático, cambiar el actual modelo de producción y consumo y, asumir en definitiva que nuestra salud y bienestar depende directamente de la salud del planeta, es la premisa fundamental para evitar futuras pandemias.
Es necesario que ante escenarios cada vez más complicados, gobiernos, instituciones y sociedad en general implementen acciones como: estrategias ambientales que involucren la gobernanza, inversión en políticas e impulsen la producción sostenible, incentivos para proteger la naturaleza y diversificar el incremento del desarrollo económico para que no se base solamente en cadenas de valor que tengan como eje capitales no renovables; porque si bien la riqueza está aumentando en todo el mundo, en algunos países este incremento podría ir en detrimento de la prosperidad futura.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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