Crecer, aunque se diga todo lo contrario, puede ser doloroso pero muy divertido, y con todos los demonios que puedan estar rondando por las hormonas, las aventuras escolares y más si es uno un freak, resultan hilarantes cuando se recuerdan.
Esto, en pocas palabras, es lo que el escritor Xavier Velasco plasmó en La edad de la punzada (Alfaguara), en donde a manera biográfica trata de que el lector viaje a su pasado y reviva al púber que fue.
La historia inicia, por supuesto, en el colegio de Xavier, el “instiputo”, como él lo llama, esa escuela con tintes religiosos y solo para hombres, que busca que sus alumnos tengan excelencia no solo académica, sino que se ganen el cielo siendo educados bajo a las enseñanzas que el “Señor” dejó en el mundo.
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Pero en el caso específico del chavito que solo piensa en el increíble regalo de cumpleaños número 14 que estaba por recibir, a unos días de que le entregaran las calificaciones, lo que Dios, el maestro, el presidente y cuantos más dirigentes le dijeran, lo tenían sin cuidado.
Eso, hasta el momento en que frente a toda la escuela reunida se le nombró como un “campeón”, ya que fue él quien se alzó con el título del más “burro” del “instiputo”, porque de 11 materias había conseguido pasar la fabulosa cantidad de cero.
Desde este punto, Xavier pone a funcionar su mente maestra para que Alicia y Xavier -por supuesto que era la venganza del nombre del padre- no se enteraran de tal fatal suceso estudiantil.
Esto decanta en un sinfín de planes, como enmudecer el teléfono, sonreír y mostrar que no ha pasado nada delante de sus padres, mentir hasta que se convierta en verdad.
El objetivo era tener una motocicleta, la cual ya era una promesa si él cumplía con su labor de estudiar y sacar buenas calificaciones, lo que obviamente no pasó, pero esas cosas son minucias, ya que mantenía la mirada clara y la mente despejada en obtener el caballo de acero de dos ruedas que le permitiría tener, según él, a la chica más hermosa del barrio.
El autor de Diablo Guardián, durante una entrevista que dio a La Jornada en el 2012, fecha en la que salió dicho libro, comentó que tardó mucho tiempo en terminar la obra biográfica por miedo a abordar el drama familiar que contiene.
“Me daba mucho miedo abordar este drama familiar, pero me di cuenta de que ese miedo fue una de las razones para escribirla.
“El detonante llegó durante los cuatro años que me tardé haciendo otra novela y a la vez crecía el deseo de contar esta historia de adolescencia”, explicó en ese momento.
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Y es que no solo en La edad de la punzada se puede reír por tanta “tarugada” por ser el mejor en conseguir revistas pornográficas, en este caso hojas cortadas en el baño de alguna tienda de autoservicio para no ser señalado como “cochino” o “perverso” por cargar todo el material.
Aquí en el libro también hay rebeldía y drama, porque no todo en la vida es diversión, también entra el drama del cambio a tener responsabilidades y de que uno haga o no, habrá consecuencias de esto.
“Llamé a todos mis diablos para que se me metieran; después los fui desechando conforme iban haciendo su trabajo. Pienso que lo más importante para escribir es convocar a todos tus fantasmas, tus diablos, tus miedos, y ponerlos a chambear.
“Ya después sacarlos es un beneficio adicional que ayuda a ahorrar buena cantidad de dinero en terapeutas. Finalmente, lo que uno quiere es que la novela que estás escribiendo funcione; si dejo la vida ahí, no me importa, el chiste es que funcione el juguetito”, aseguró el autor.
Y como ya es costumbre de Velasco en sus libros no puede faltar el sonido, la música, el rock, cosa que en este texto está muy presente, desde Caifanes, Bob Dylan, David Bowie, entre otros.
Esta clase de destellos hacen que la lectura mantenga esas remembranzas, para ciertas personas de edad avanzada, pero para los que estén viviendo esta etapa (pubertad) o ya pasaron, sirve como un descubrimiento a estilos musicales con calidad y que son, de cierta manera, base para muchos grupos o cantantes de la actualidad.
“En la adolescencia te acercas a la música, al cine y a la literatura; no sabes qué leer y buscas en los suplementos culturales. Conforme crecí me di cuenta de que estas tres cosas se conectan, si Hermann Hesse te dijo algo con Siddhartha, se conecta con alguna película que viste y seguro con alguna canción de punk que escuchaste.
“Al final, en esa edad de deslumbramiento descubres que todo está relacionado, que todo se mueve, que todo está vivo y que está dentro de ti”, aseguró Velasco para explicar lo que desde hace más de una década escribió y que sigue siendo un manual de ¡cómo ser púber y no morir en el intento!
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