Durante el pasado 28 de marzo, en su mensaje el Papa Francisco nos recordó no solo la emergencia sanitaria a la que aún hacemos frente, sino que además mencionó uno de los puntos fundamentales para estas próximas festividades: “Hemos entrado en la Semana Santa, por segunda vez la vivimos en el contexto de la pandemia. El año pasado estábamos más conmocionados, este año estamos más probados […] y es que, a lo largo del viacrucis cotidiano, nos encontramos con los rostros de tantos hermanos y hermanas en dificultad: no pasemos de largo, dejemos que nuestro corazón se mueva a compasión y acerquémonos.”
Y es que desafortunadamente, los testimonios de violencia y desigualdad se han convertido en un relato cotidiano, son historias que se han incrustado en el inconsciente colectivo y que con el transcurrir de los días se han comenzado a traducir en indiferencia y desinterés.
Hoy no solo la pandemia a la que continuamos enfrentándonos, sino también situaciones como los feminicidios, el crimen organizado, la ausencia de valores y el malestar social han desatado una situación de crisis que en algunas ocasiones nos excede y nos lastima, es por ello que durante estos significativos momentos es necesario que dirijamos nuestra mirada hacia uno de los preceptos que Jesús de Nazaret más exaltó: El amor al prójimo.
Éste debe traducirse en un afecto profundo que trascienda esta Semana Santa, porque actualmente cuidarnos significa a la par también ocuparnos de los demás, ser empático debe ir más allá de consolar al afligido, incluso debe traducirse en compartir aquello con lo que contamos; porque además de ser momentos para reflexionar y analizar aquello que debemos corregir, también se han convertido en un punto imprescindible para actuar.
Porque si bien es cierto que nos enfrentamos a una crisis, ésta también se puede transformar en una oportunidad, como bien se cita en la Carta Apostólica Patris Corde emitida el pasado 8 de diciembre: la primera etapa de toda verdadera curación interior es acoger la propia historia, y también hacer uso de la valentía creativa, la cual surge especialmente cuando nos encontramos en dificultades. De hecho, cuando nos enfrentamos a un problema podemos detenernos y bajar los brazos, o podemos ingeniárnoslas de alguna manera. A veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener.
Para el mundo católico estos días son mucho más que un par de fechas festivas o la oportunidad para vacacionar, son momentos significativos, espacios de reflexión que nos permiten mirar al prójimo y a nuestro alrededor con más bondad y empatía, que nos brindan la oportunidad de abrazar con más amor y compasión, pero sobre todo que nos dan la posibilidad de sentir como nuestro el dolor ajeno sin juzgarlo y por el contrario comprenderlo.
Las crisis como la que vivimos nos hacen tener más presente que nuestro bienestar en muchas ocasiones está asociado al del prójimo; no solo volteemos a ver al necesitado, auxiliemos con lo que podamos, apoyemos en la medida de cada una de nuestras posibilidades, seamos empáticos, tengamos presente que nuestra principal misión es servir al prójimo, porque la vida de muchas personas depende de nuestro actuar personal.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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