Creció en Coyoacán y hoy radica en Mineral de la Reforma
Arturo Sosa González, conocido en el mundo artesanal como “El City”, ha dedicado más de dos décadas a preservar y reinventar el arte urbano a través del alambrismo, la joyería, la filigrana y otras técnicas que hoy enseña y comparte desde su taller en Mineral de la Reforma.
Por más de 23 años, Arturo Sosa González, mejor conocido como “El City”, ha sido un referente en el arte urbano en México. Nacido y criado en Coyoacán, Ciudad de México, y hoy radicado en Hidalgo, este maestro artesano ha hecho de su vocación una forma de vida y resistencia cultural.
Aunque oficialmente está registrado como maestro orfebre, su obra va mucho más allá del alambrismo. “Yo soy arte urbano”, dice con orgullo. Su repertorio abarca desde malabares y música hasta técnicas de joyería, curtido de piel y tallado de piedra. Esta multiplicidad de habilidades le ha abierto camino en todo el país y lo ha convertido en un impulsor de la transmisión de conocimientos.
La necesidad como motor
Arturo comenzó su camino por necesidad. “Cuando empecé a hacer artesanía yo estudiaba. Un día mi hermano me invitó a exponer en la calle y empecé recogiendo lo que los demás tiraban. Con eso hice mis primeras piezas”, recuerda. Poco a poco, se convirtió en un referente entre sus colegas. “No soy el mejor, pero soy el que enseña a la mayoría de los artesanos”.
Hoy su misión es clara: preservar el arte manual frente al avance de la industrialización. “Mi mayor reto es llevar mi arte a todo el mundo y que no se pierda, porque las máquinas ya están haciendo lo que nosotros. Yo puedo tardar un día entero en hacer un anillo, mientras una máquina hace cien”.
El valor del trabajo artesanal
La venta de sus piezas no es sencilla. “La gente prefiere lo que tiene marca, aunque sea feo o de mala calidad. Nosotros trabajamos desde romper la piedra hasta fundir el metal para lograr una pieza única”, afirma. Una de sus creaciones recientes, una pequeña bolsa hecha en 24 horas para un concurso estatal, es ejemplo del esfuerzo invertido detrás de cada obra.
Los precios de sus piezas oscilan entre los 100 y los 10 mil pesos, dependiendo del material y la complejidad. “Trabajamos desde piedras que recogemos en pueblos hasta materiales preciosos como rubíes, diamantes, cuarzos, oro y esmeraldas. Lo que más pesa en el precio es el tiempo dedicado”.
El rescate del saber tradicional
Actualmente, “El City” vende los miércoles en el mercado de Actopan y recibe encargos en su taller, ubicado en Praderas de Virreyes, Mineral de la Reforma. “Ahí pueden llevar sus piedras o su metal. Ahí las trabajamos”, señala.
Más allá de vender, “El City” enseña. Da clases sin costo a quien quiera aprender en serio. “El conocimiento es para compartirse. A quien quiera aprender de verdad, yo le enseño sin cobrar. Lo que sí necesitamos es apoyo, materiales, herramientas, porque el taller va en decadencia. Todo lo que nos donen es bienvenido”.
Una de sus metas es que los nuevos artesanos aprendan el proceso completo, desde fundir el metal hasta fabricar sus propias herramientas. “Muchos ya compran todo hecho. Yo enseño a hacerlo desde cero, desde la fundición. Eso es lo que se está perdiendo”.
El arte como identidad y camino de vida
Aunque se formó en la Ciudad de México, “El City” se ha reencontrado con sus raíces en Hidalgo, tierra de su padre y sus abuelos. “Vine a retomar mi cultura tolteca”, explica. Su arte se alimenta de esa memoria ancestral y de la vida cotidiana de los pueblos que recorre.
Viajar por la República le ha permitido conectar con las comunidades, enseñarles a valorar sus minerales, e incluso volver a comprarles las piedras que antes pateaban. “A dónde voy, busco minerales. Luego enseño a la gente a identificarlos y muchas veces regreso a comprarles”.
Su visión no se detiene. Ha participado en múltiples concursos en Hidalgo y busca abrir más espacios públicos para los artesanos. “Antes podíamos vender en cualquier parque. Mi reto es recuperar esos espacios para que podamos seguir expresándonos libremente”.
Desde su taller, con herramientas básicas como pinzas y alambre, “El City” sigue tejiendo historias, enseñanzas y piezas únicas que resisten el olvido. Su arte no solo adorna: narra, conecta y transforma.
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