Desde el primer segundo del 20 de abril, comenzó la carrera por las alcaldías en todo el territorio hidalguense, y aunque no todos los candidatos salieron de la línea de partida al mismo tiempo, a causa de retrasos en la aprobación por parte del IEEH, que por cierto van de mal en peor, a la fecha todos los contendientes ya van en su carril buscando llegar a la meta, pero, sobre todo, ser los ganadores.
Las aspiraciones son válidas, sin embargo, es necesario recordarles a los y las aspirantes a alcaldes que los tiempos políticos en la actualidad ya no son como aquellos en los que, con gorras, playeras, mandiles, tortilleros, cubetas y un sinfín de objetos manipulaban a la gente a su favor.
Hoy la elección se gana yendo a los electores, ya no solo concentrándolos en una galera, tiene que ir a tocar la puerta y explicar porque quieren, deben tener propuestas reales que la ciudadanía tendrá que evaluar y determinar si son o no viables, porque al menos en algunos casos continúan con ocurrencias prometiendo a diestra y siniestra, a sabiendas que sus ideas son demagogia y hasta disparatadas, que no tienen la mínima certeza de lograrse, unas porque presupuestalmente son inviables, y otras porque no son del ámbito de la competencia de un ayuntamiento, como la de crear instituciones de nivel superior, por citar un ejemplo.
Todos y todas dicen conocer los problemas de sus municipios, hablan de manera autómata de la falta de agua y deficiencia de los servicios públicos elementales en las colonias, barrios y comunidades, se quejan y lamentan de la corrupción, dicen sufrir por la constante falta de atención gubernamental, del daño en el entorno ecológico y de sus ganas por hacer algo urgente en el rubro ecológico, asimismo señalan la necesidad de “transformar la política y ponerla al servicio de la gente”, pero en realidad saben que están muy lejos de lograrlo.
Unos, porque son novatos en la política y se creen los dueños de la razón, dicen ser la mejor opción, pero es obvio que ignoran los “cómo y porqué” de la política y politiquería que rifa en nuestro estado y país, no de hoy, sino desde siempre y por encima de que haya colores y personajes diferentes en cada era de la administración pública.
Los más, porque al ser viejos lobos de mar en esos menesteres, saben perfectamente de la complicidad que debe existir entre funcionarios de todos los niveles de gobierno para subsistir y no tener conflictos, pero sobre todo para mantenerse vigentes y crecer, subir de nivel y poco a poco llegar a sus metas personales y económicas.
En la Huasteca se ven, como coloquialmente se dice, una “caballada flaca”, personajes que han tenido la oportunidad de hacer y no lo hicieron, hay otros que militaron en institutos políticos diferentes a sus actuales son los primeros que critican lo que hacen o hicieron sus ex compañeros, y es que no haberlo dicho cuando fueron parte de eso les resta credibilidad, la gente entiende que el “ahora sí” es poco creíble y se convierte en una frase hueca.
Las escasas propuestas reveladas por los candidatos y candidatas han sido opacadas por los señalamientos que se han hecho mutuamente entre algunos, pareciera que buscan generar climas de confusión y buscar que caigan por sus errores de vida personal y no porque haya una auténtica intención de crear condiciones de desarrollo para los municipios, se han enfocado más en acusarse de ladrones, de infieles, de tener hijos por doquier, de mentir, de traicionar, y hasta de guapos, que en hacerle saber a los electores lo que pretenden hacer en favor de la comunidad y cuáles serían las formas de consolidarlo.
Ojalá les alcance el tiempo para recapacitar y enfocarse a conquistar el voto con propuestas serias, reales, contundentes, de tal manera que los votos que obtengan sean por haber atraído la consciencia del ciudadano y no porque los votos sean las tradicionales “solicitudes de empleo”, como ha sido y seguramente seguirá ocurriendo en los pueblos de la Huasteca de Hidalgo, sitio donde la principal fuente de empleo es ser asalariado del gobierno municipal.
Quienes aspiran a gobernar deben ser claros y hablar igual, qué es lo que quieren hacer y cómo lo van hacer, pero que sea propuestas aterrizadas a la realidad, que no se cumpla ese dicho popular que dice: el prometer no empobrece, el dar es lo que aniquila.
Por: Iñaki Fernández
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