Nuestro culto a la muerte, es culto a la vida.
Octavio Paz
Una de las festividades más arraigadas en nuestro México es el Día de Muertos, tradición prehispánica que prevalece con espectacular fervor hasta nuestros días.
Parte importante de la función social de las escuelas es la pervivencia de valores, tradiciones y cultura, por ello la celebración a los fieles difuntos se coloca como un acontecimiento “lleno de vida”, repleto de flores, comida, música, danza y mucha magia.
La manera en que los mexicanos le rendimos culto a la muerte no tiene par, lo mismo nos burlamos de ella que la veneramos, la gente visita a sus muertos en los panteones, coloca altares en sus casas, oficinas o centros de trabajo, se realizan festivales, encuentros culturales y mucho más, todo usualmente acompañado de un día no laborable o un buen puente.
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Los centros educativos son una de las más hermosas expresiones para celebrar a los muertos con el concurso de altares donde se pone a prueba la capacidad de organización y trabajo colaborativo de cada grupo, y no puede faltar la lectura de calaveritas, esos divertidos versos que en forma irónica y sarcástica retrata la vida escolar y le dice sus verdades a algún personaje, por supuesto que los profesores son de los más taquilleros para protagonizar estos episodios literarios, donde el ingenio se pone a prueba y la notoriedad de los docentes también.
El ya clásico concurso de disfraces también hace parte de esta fiesta, que representa más al Halloween o Noche de Brujas que se originó en países anglosajones como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá o Irlanda, pero que en la actualidad se ha popularizado en el mundo gracias a su despliegue comercial y nuestro país se suma a la lista.
Desafortunadamente por la pandemia el año pasado nos perdimos en las escuelas de este deleite de cultura y tradición, para este ciclo donde la actividad educativa es considerada esencial y que muchos centros escolares paulatinamente reactivan sus tareas presenciales, se aprecia movimiento para esta conmemoración.
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En nuestro hermoso estado de Hidalgo, la Fiesta de Día de Muertos o Xantolo es la tradición más importante en la región huasteca y se celebra como en pocos lugares de nuestro país, con un arraigo y fuerza impresionante, si te dices fan de la cultura popular es una parada obligada, tienes que vivir la experiencia de una buena xantoleada.
Por su importancia, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró a las celebraciones del Día de Muertos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por tratarse de “una festividad sincrética entre la cultura prehispánica y la religión católica” y específicamente para nuestro país refiere que es un encuentro anual entre los pueblos indígenas y sus ancestros (que) cumple una función social considerable y contribuye a reformar el estatuto político y social de las comunidades indígenas en México”
Mantengamos viva esta hermosa tradición, con lo que más les represente, con lo que más les guste, con lo que se ajuste a las posibilidades económicas (que en estos tiempos complicados es factor determinante), la muerte y la vida es un binomio enigmático para la cultura mexicana, es devoción, es burla, es culto, y todo a la vez.
A la muerte se le escribe, se le baila y se le canta, dijera Joaquín Sabina, “la muerte es solo la suerte, con una letra cambiada”.
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