Bullying escolar: crece violencia y faltan acciones punitivas

Con paros, marchas, tendederos de denuncia en universidades, manifestaciones de padres de familia, videos en redes sociales, en los últimos dos meses la violencia escolar cobró más visibilidad en Hidalgo. 

“En todos los niveles los casos de violencia no solo han aumentado, ahora más bien se están visibilizando”, sostiene Rafael Castelán, presidente de Servicios de Inclusión Integral y Derechos Humanos A.C. (Seiinac).   

De los casos más recientes, resalta que el pasado 12 de octubre un grupo de madres y padres de familia cerraron las instalaciones del Centro de Atención Múltiple (CAM) 5 en la colonia Media Tierras en Tulancingo, para exigir “no más violencia a nuestros hijos”; un problema que inicia desde el nivel básico. 

Semanas atrás, en la capital hidalguense, alumnos pedían en marchas un alto a la violencia en lugares donde preparan los más altos grados académicos, donde las víctimas de acoso sexual no denuncian por temor a represalias que afecten la continuidad de sus estudios superiores. 

Cuando estudiantes iniciaron un paro en el Instituto de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) una alumna posteó una foto en Facebook “verla me hace recordar con tanto asco el penúltimo día de clase de ballet con el maestro R.G, expresa. 

La joven narra que, aunque en ciertas ocasiones se sintió incómoda por comentarios del profesor de que “estaba bonita” o miradas extrañas mientras se cambiaban el uniforme frente a él, ese día en la corrección de un ejercicio entró en crisis y pidió ayuda a la coordinadora de la carrera. 

El docente hizo tocamientos que no eran propios de la práctica y de los que una compañera de clase fue testigo, y aunque la víctima inició dos quejas en defensoría universitaria nunca le respondieron el correo y le volvieron a asignar al mismo académico para el siguiente semestre. 

La única opción que la casa de estudios le dio a la alumna del Instituto de Artes, ejemplo de uno de los motivos que dieron origen a la protesta estudiantil en el plantel ubicado en Real del Monte, fue “dar de baja la materia”, pero que al afectar su horario optó por no cursar el semestre. 

Pero los recientes casos de violencia escolar “mediatizados” dejan ver que no es lo mismo que el agresor sea un estudiante a que sea acusado un docente; donde además hay otro motivo de denuncia: la impunidad. 

A la par de que estudiantes y padres de familia exigen a las instituciones educativas que sancionen a trabajadores por casos de abuso y acoso sexual, hace tres semanas, en una universidad particular de Pachuca, el alumno que aplicó llave china a su compañera hasta dejarla desmayada, fue denunciado en la Procuraduría General de Justicia del Estado de Hidalgo (PGJEH). 

Rafael Castelán, presidente de Servicios de Inclusión Integral y Derechos Humanos A.C. (Seiinac).   

La escuela: tercera donde hay más violencia contra mujeres

De acuerdo con la última Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endureh), después del ámbito de pareja y comunitario, en Hidalgo la escuela es el tercer lugar donde se ejerce más violencia contra las mujeres. 

Es la novena entidad con mayor prevalencia de violencia de las mujeres de 15 años y más a lo largo de la vida en el ámbito escolar, donde 34 por ciento experimentó situaciones de violencia en la escuela. 

Según esta misma fuente, las agresiones físicas son mucho más comunes que la violencia sexual en la escuela. La principal persona agresora es un compañero, seguido de una persona desconocida del plantel. 

En tercer lugar, se menciona a los maestros como responsables de la violencia de las mujeres en el ámbito escolar. 

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Violencia física predomina en primarias y secundarias: SEPH 

Por su parte, en la reciente comparecencia de la glosa del Primer Año de Gobierno, el secretario de Educación Pública de Hidalgo (SEPH), Natividad Castrejón Valdez, informó que suman 648 reportes de violencia escolar en nivel básico. 

Detalló que, de ese total de reportes de violencia escolar, 330 corresponden a acoso escolar, 114 de maltrato escolar infantil, 106 de abuso sexual infantil, 41 de ciberacoso, y uno de sexting. 

“La violencia física es la que mayor incidencia tiene, es la primaria y secundaria donde más reportes tenemos. La mayor parte de los reportes los hicieron las madres, padres y tutores”, resaltó el funcionario. 

En la misma comparecencia, el titular de la SEPH indicó que, en educación media superior de Hidalgo, se han registrado 76 denuncias por casos de acoso sexual, acoso laboral y hostigamiento. 

En el caso de las universidades, solo a raíz de los recientes paros estudiantiles se dio a conocer que en la PGJEH se iniciaron cinco denuncias por abuso y acoso sexual, dos de la Politécnica de Pachuca y tres de la Autónoma de Hidalgo.

También a través de las diversas protestas estudiantiles en el último mes, se ha podido conocer como la violencia escolar se materializa de forma distinta, dentro y fuera de las instalaciones universitarias, como es el siguiente caso. 

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“Me dijo que ojalá un día le permitiera pintarme”

“Estuve en otra universidad y también sufrí acoso sexual de profesores, quise levantar denuncia y me dijeron que le dejara así, que tenían amistad con el rector y con gente de la política, tuve que dejar la carrera por no acceder a lo que me pedían para no reprobar”. 

Con esas palabras comenzó su testimonio una alumna del Instituto Tecnológico de Pachuca (ITP) y quien por motivos de seguridad solicitó a La Jornada Hidalgo ocultar su identidad. 

No se atreve a denunciar el acoso sexual de un docente en esta institución que acumula un mes de paro estudiantil también por casos de violencia escolar, ya que tiene temor de que su carrera vuelva a truncarse. “Prácticamente voy iniciando, y es complicado hablarlo”, dijo. 

“Te piden dos testigos máximo o videos, pero pues es que una persona va con la intención de aprender, de llegar a su clase no va pensando en <<hoy me van a acosar, voy a llegar a grabar>> y eso te piden para hacer la denuncia”. 

La estudiante narra que, en el ITP, hay un profesor, que cuando ella falta por alguna razón le habla vía celular o le manda mensajes “¿ya vas a llegar?”, “les pregunta a mis compañeros que dónde estoy”. 

Comentarios de “estás muy bonita cuando solo yo estoy en su escritorio”, “cuando estamos varios compañeros ahí, les dice que se vayan a sentar, para quedarse únicamente conmigo”. 

Pero lo que dejó sin palabras a la alumna, fue cuando el profesor le dijo que ojalá un día le permitiera pintarla, comentario del que tuvo conocimiento el jurídico del Tecnológico Nacional de México, quien opinó que si el docente es pintor no estaba mal que lo hiciera. 

Situaciones que la estudiante platicó a sus padres, quienes la aconsejaron ir a las instancias correspondientes “pero repito, no me gustaría volver a desertar, la carrera me gusta muchísimo”. 

 “En la calle me han acosado, pero la escuela es donde yo me debería sentir tranquila”, recrimina la alumna, quien en su momento pidió al departamento de la carrera que le cambiaran al docente, pero no tuvo respuesta. 

La alumna asegura que la violencia escolar sucede frecuentemente en los planteles, y que es en general, porque hombres también sufren acoso sexual, aunque no más que las mujeres, pero “sí existe”. 

Faltan mecanismos claros en  todos los niveles educativos 

Rafael Castelán, presidente de Servicios de Inclusión Integral y Derechos Humanos A.C. (Seiinac), señala que en Hidalgo no existen mecanismos claros de denuncia de violencia sexual en todos los niveles. 

“La educación básica se mueve bajo una lógica de reglamentos y políticas nacionales y locales distintas a la UAEH, al Tecnológico de Pachuca o a las universidades Politécnicas y Tecnológicas”, aclara. 

En el caso de educación básica, su propuesta es una política de prevención del abuso sexual infantil que vaya acompañada de un protocolo muy claro, y que lleve a la prevención, a la atención y a la sanción. 

Señaló que lo más grave es el silencio tanto de docentes cuando ocurre la violencia entre personal, y peor cuando ocurre la violencia dirigida hacia niños y niñas y no se acude ante una autoridad. 

“Como esos, nosotros hemos recibido varios reportes de varios casos donde niñas y niños están viviendo violencia sexual y lo único que hacen los maestros y maestras es informar a su superior, y el superior seguramente informará a su superior, pero no hay un plan de atención para que ingrese a las autoridades”. 

Y comenta que, aunque a Seiinac han llegado casos de violencia sexual de escuelas públicas, no descarta que también suceda en escuelas particulares. 

Sostiene que cuando un docente ejerce la violencia sexual en contra de los niños y niñas, lamentablemente protocolos de prevención y atención de la violencia sexual solo los tienen más claros docentes de educación preescolar. 

“Hacia educación primaria y secundaria no hemos localizado una forma o política que pueda aterrizarse, algo como un código de ética de la prevención del abuso sexual infantil”. 

“La SEP necesita pensar en crear una política de prevención, atención y sanción del abuso sexual infantil y un protocolo específico para educación, porque sí hay un protocolo, pero ese es ya cuando se denuncia ante la autoridad, mucha de esta violencia no se denuncia”, refiere Castelán. 

“Tenemos que empezar por prevención y atención, sanciones administrativas, no solo de cambiar de escuela al docente, sino de rescisión del contrato, inhabilitación del servicio público”, agrega. 

El presidente de Seiinac explicó que en el caso de las universidades en Hidalgo pasa algo similar, la UAEH adopta el Protocolo Cero, que implementó el gobierno estatal anterior, pero todos sus mecanismos de atención, prevención y atención recaen en la defensora universitaria. 

“Se vuelve un círculo vicioso, interno nuevamente, que no da cabida a un tema de sanción, que no da cabida tampoco a un tema de investigación. Por su propia naturaleza la única actividad de la defensora universitaria es difundir los derechos de los estudiantes, tiene poco campo de acción para poder atender este tipo de violencia, más aún en una universidad tan grande”. 

“Me parece que ahí es la voluntad política de quienes están en los cargos de dirección de la universidad, de no querer atender de raíz este tipo de problemáticas, sino sólo cumplir políticamente correcto con lo que se les mandata, pero en la práctica no tiene operatividad”. 

El activista percibe mayor compromiso en universidades politécnicas, al notar que varios directivos o rectoras al enterarse que en algún tendedero aparecía un docente que había ejercido violencia, automáticamente lo suspendían del servicio con un porcentaje de salario.