BANQUETE DE PRENSA 

Garlito 

Definitivamente cuando las cosas van de mal en peor, al levantarse por las mañanas una nube oscura y tormentosa, encima de la cabeza, acompaña a quien tiene la mala fortuna de ser él quien es; en el fenómeno aunque espectro es la palabra adecuada, en el espectro político mexicano, el que no cae resbala, evidencias de que el piso no es parejo, sino temerariamente pulido para no permitir agarre, facilitador del despiste y derrumbe; pilotar una nave política es más letal que un fórmula uno; un representante del que fuera el absoluto poder, sin querer, desenmascara otro cómplice del autoritarismo: la Prensa. 

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Manjar  

Ya desde 1787, en la Cámara de los Comunes en Reino Unido, un parlamentario Edmundo Burke, sostuvo que tres poderes estaban representados, pero se sentaban cuatro en el parlamento, el último sin elección ni representando a nadie salvo intereses fácticos, liberales o conservadores pero fácticos, ese poder lo nombró el cuarto, la prensa, sin duda en un tiempo cuando los diarios eran  influyentes y creadores de la opinión pública, es decir, otorgar elementos informativos a la sociedad para ella forme su opinión, no replique una mentira que quiere ser verdad; el cuarto poder por años, se contoneó en las residencias de políticos potentados y la pobreza de andurriales, disfrazó mentiras y dudó de verdades, desde el siglo 18, respaldó a quien solventara crisis económicas o diera un empujoncito, en preferencias y dádivas; la prensa del mundo sirvió a malos y pésimos salvando solo sus intereses. 

En México, el cuarto poder era clasista, la prensa grande y la chica, un poder parecido pero diferente entre sí, necesitado del único medio de comunicación, los periódicos, tras la Revolución y el sistema que generó, eran de suma importancia los juglares del sistema, que a cambio de muchos billetes, malversaron y minimizaron realidades, ideales, movimientos, líderes, propuestas; sin embargo, lo de grande y chica no se refería a su ética o profesionalismo, si acaso por el volumen de su tiraje, no, prensa grande recibía el mayor embute, la chica dádivas y considerándolo normal, así funcionó una prensa mexicana al servicio de una dictadura; nada nuevo bajo el sol, solo quien destapó los recuerdos negativos para unos, añoranzas para otros, fue precisamente un producto híbrido de ese sistema que lo creó, malo, malito; sin tener conciencia del peso sobre sus hombros, el fin definitivo de su partido, arguyó que varios periodistas eran sus cuates y hacían lo que quisiera, poniendo en el paredón no a esa prensa nefasta, sino a toda, algunos reaccionaron negando su amistad pero no las relaciones delictuosas con el poder. 

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Migajas 

La utopía de una prensa libre, es una utopía cada vez cercana, reconocer que existieron medios de comunicación al servicios de un sistemas perverso gubernamental por más de 80 años, que se crearon para distorsionar, embaucar y mentir al país, seudoperiodistas y analistas, emitiendo opiniones falsas, reconocer que la nueva prensa libre está o debería estar cimentada en las ruinas de la prensa del cuarto poder, ese que no discute, ni analiza, ni cuestiona, salvo cuando el chayo disminuye comienzan los periodicazos; en los tiempos actuales, la prensa debe también transparentar su ejercicio, hoy más que nunca los medios de comunicación tradicionales, están en cuestionamiento y la información inmediata, agiliza el proceso de comunicación, también llegan tiempos y cambios urgentes. 

El lidercillo del vetusto edificio que se derrumba y entre otras cosas se robó la combinación de los colores patrios, es un politiquillo a la moderna, hace su trabajo para demostrar que su adversario es infinitamente superior y cada vez que abre la boca sus equívocos y dichos, son paladas de tierra a un ataúd al que le faltan muchos ocupantes para poder decir están enterrados; sobre la prensa antigua y el cuarto poder, que cada quien haga examen de conciencia, es tiempo de limpieza.