DANIEL-FRAGOSO-EL SURTIDOR

Avanzar

Se estima que el ser humano toma alrededor de 35.000 decisiones al día. Si restamos las horas que permanecemos dormidos (para aquellos que duermen el promedio de 8 horas del ser humano),  realizamos 2.000 decisiones por hora o, bien, efectuamos una decisión cada 2 segundos. Esto significaría, que, sí o sí, nuestro cerebro vive estresado: nos ocupamos en decidir, y una (pequeña) parte de esas decisiones son decisiones de compra.

Un artículo de Linkedin aafirma que “El papel de las marcas es el de ser atajos mentales -heurística es la palabra técnica- que faciliten o incluso eviten esa toma de decisiones. Y por eso las grandes marcas son, literalmente, no-brainers, elecciones obvias que tomas por defecto sin plantearte ninguna opción alternativa”.

El portal de la BBC afirma que: Daniel Kahneman, de la Universidad de Princeton, en Estados Unidos, revolucionó nuestra concepción de la mente humana, y por ello recibió un premio Nobel. Lo hizo observando las decisiones ilógicas que tomamos en la vida real. No las fortuitas sino las sistemáticas, que todos tomamos, todo el tiempo, sin darnos cuenta.

Nuestra forma de pensar está plagada de errores sistemáticos conocidos por los psicólogos como “sesgos cognitivos”, que afectan todo lo que hacemos. Nos hacen gastar impulsivamente, permiten que nos dejemos influir por lo que piensan los otros; afectan nuestras creencias, nuestras opiniones y nuestras decisiones… y no tenemos ni idea de que eso está pasando. Puede ser difícil de creer, pero eso es sólo porque nuestra mente lógica es una experta en inventar historias. La mayoría de nuestras creencias y opiniones vienen de una respuesta automática pero, luego, nuestra mente lógica se inventa una razón por la cual pensamos o creemos algo.

Según Daniel Kahneman, “si pensamos que tenemos razones para creer en lo que creemos, usualmente estamos equivocados. Nuestras convicciones, nuestros deseos y nuestras esperanzas no están siempre anclados a la razón”.

Decidir que decidimos qué elegir, es en si una suerte filosófica de determinación, pero también es un diverdimento, una obligación y un destino. Si todo oscila en torno a una diferencia puntual sobre cómo reaccionamos cuando ganamos y perdemos, y a nuestra disposición a arriesgarnos, entonces, por más que estemos agobiados, tendremos que enfocarnos en diferenciar qué requiere más atención y qué podemos dejar al valor de la inmediatez.

Por ejemplo, este día tendremos la posibilidad de tomar cinco diferentes decisiones que cambiarán el rumbo de nuestro país y de los nuestros, por ello no nos queda otra que levantarnos, salir, caminar, votar, transformar nuestra realidad.