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Aún no terminamos el primer mes de este 2022, y estoy seguro que al igual que a un servidor, a ustedes queridos lectores, este año los ha ya sorprendido de diversas formas, y el ámbito deportivo no ha sido la excepción. Hoy hablaremos específicamente del tema del Abierto Australiano de Tenis, el cual resultó convulso incluso antes de que arrancara la competencia, pues muchos no dimos crédito a lo ocurrido con el tema del serbio Novak Djokovic, que dejó de participar en el certamen ante su negativa de vacunarse contra el Covid-19.
Y no es novedad, que deportistas tomen una postura antivacunas, en lo general y ahora más en específico durante esta pandemia: basquetbolistas como Andrew Wiggins y Kyrie Irving, e incluso Aaron Rodgers en la NFL han decidido no administrársela, más allá de las sanciones económicas que han tenido que enfrentar, han podido desempeñar en mayor o menor medida su deporte; sin embargo en el caso del futbolista alemán Joshua Kimmich, quien no había tenido problema para jugar con su club, tuvo que vacunarse para poder jugar con la selección teutona.
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Luego de mantenerse en su postura de no recibir la vacuna, ‘Nole’ fue deportado por el Gobierno de Australia, y sin duda resulta desconcertante que haya renunciado tanto al millonario premio como a la posibilidad de romper el empate en 20 títulos de grand slams con Roger Federer y Rafael Nadal. Situación en la que se puso luego de que el año pasado ganara el propio certamen en Oceanía, Roland Garrós y Wimbledon, pero que no pudo concretar en el Abierto de los Estados Unidos.
El que habría de tener la opción de romper esa triple igualdad es el tenista español, quien al cierre de esta edición ya habrá jugado la gran final del torneo celebrado en Melbourne ante el ruso Daniil Medvédev, quien tras dejar fuera a Stéfanos Tsitsipás disputa su segunda final consecutiva, luego de que en el 2021 no pudiera evitar que Djokovic se hiciera de su 9º campeonato en territorio australiano.
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Por su parte, Nadal eliminó a Mateo Berrettini y busca su segundo título del Australian Open, tras haber disputado previamente 5 finales (2009, 2012, 2014, 2017 y 2019) la única vez que logró alzarse con el campeonato fue en la primera ocasión que llegó al gran partido tras vencer a Roger Federer hace 13 años en el 2009. El otrora número 1 del mundo vuelve a una final de grand slam luego de que en 2020 se impusiera a Djokovic en París para conseguir su 10º torneo de Roland Garrós y su 20º título de los cuatro grandes.
En lo que respecta a la rama femenil, la campeona histórica de este 2022 es Ashleigh Barty dejó atrás el campeonato logrado el año anterior por Naomi Osaka, para convertirse en la primera tenista australiana en conseguir el título individual desde que lo hiciera Chris O’Neil en 1978. La nacida en Queensland hace 25 años se impuso en la gran final a Danielle Collins, para alcanzar su tercer grand slam tras ganar Roland Garrós en 2019 y Wimbledon en 2021.
De esta manera, los campeones y finalistas del Abierto de Australia habrán conseguido, más allá de una gran bolsa económica, la satisfacción de haber alcanzado un objetivo más en sus respectivas carreras deportivas, situación que esta vez ni siquiera pudo intentar Djokovic, por no apegarse a las normas del torneo y del país en el que se realizó debido a sus convicciones personales, por lo que lo que el cuestionamiento que queda en el aire, queridos lectores de ‘Epopeyas… de hidalgos, heroínas y otras gestas deportivas’ es: ¿Qué tan justificable o no es dejar al margen nuestros ideales personales por los éxitos profesionales o viceversa?
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