Un año después de que se reportara el primer caso de Covid-19 en el país, el llamado semáforo epidemiológico pinta el territorio nacional de color amarillo en su mayor parte, diez entidades mantienen el color naranja y solo Chiapas y Campeche, están iluminadas de verde.
En la zona central, la CDMX y el Estado de México, por su densidad demográfica, mantienen el color naranja, lo que implica que el riesgo de contagio sigue siendo alto, sin embargo, las autoridades sanitarias y gubernamentales han decidido permitir a partir de este lunes la apertura de prácticamente todas las actividades catalogadas como no esenciales. Son pocas las que aún tendrán que esperar un mejor momento.
Dada la gravedad económica que se registra en el panorama nacional el casi obligado reinicio de actividades permitirá a millones de personas regresar a su trabajo y con ello el flujo de capital retomará su ritmo, aunque quizá no a la velocidad que se requiere.
Habrá cientos de miles que buscarán reintegrarse al mercado laboral, luego de que en los meses de encierro obligatorio perdieron su fuente de trabajo. Para darnos una idea, la ocupación informal en diciembre del año pasado ascendió a 29.5 millones de personas. La población desocupada de 15 y más años, representó 3.8 por ciento en diciembre y 4.4 por ciento en noviembre como proporción de la Población Económicamente Activa.
Los ejemplos respecto al impacto que ha tenido la pandemia a nivel nacional abundan. El testimonio que dio el presidente de la Unión Ganadera Centro Norte del Estado de México, Javier Reyes Escamilla a la reportera Isabel Blancas, de La Jornada Estado de México, es solo un botón de muestra. Reyes Escamilla aseguró que casi un 40 por ciento de ganaderos migraron a otras actividades durante estos meses. “Muchos de ellos tuvieron que dejar sus negocios en manos de sus esposas y salir a realizar otras actividades como la jardinería y la construcción”, contó.
Quizá la situación más complicada será la de aquellos quienes eran propietarios de algún negocio, pequeño o mediano, y que debido a la pandemia se vieron obligados a cerrar definitivamente. Sin apoyos económicos o incentivos fiscales, estas personas que decidan volver a su la a actividad comercial y con ello abrir fuentes de empleo tendrán una dura cuesta por delante. Y el caso más crítico es el de quienes tienen su principal ingreso o fuente de trabajo en aquellas actividades económicas que aún no tienen autorizado levantar las cortinas. Negocios que si bien no son esenciales, dan trabajo e ingresos a muchas personas: casinos y casas de apuestas, boliches, centros de convenciones y exposiciones, parques de diversiones, eventos deportivos y salones de fiestas, entre otros.
La economía del País y de las familias mexicanas está en juego. El reinicio de la actividad comercial era un paso necesario y casi obligado. Sin embargo, la pandemia no ha terminado, los contagios se siguen multiplicando y cientos de vidas se siguen perdiendo a diario. Depende de todos, comerciantes y clientes, tener un responsable regreso a la vida económica para no volver a bajar las cortinas.
POR SI ANDABA CON EL PENDIENTE
El Gobierno de Hidalgo tomó una decisión valiente y responsable frente a la pandemia. Pese a que la Secretaría de Salud federal puso a la entidad en color amarillo, la administración Fayad decidió mantener al estado en rojo.
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