Las redes sociales transformaron la forma en que se expresaban los sentires y opiniones. Este cambio a veces tiene un impacto positivo, pero en los últimos años ha fomentado intercambios hostiles, dolorosos, violentos. No es lo mismo una conversación en WhatsApp, en un diario, que difundirla en espacios como Facebook, Twitter, Instagram por mencionar algunas redes; donde la exposición pública está a la orden del día.
Hay una delgadísima línea entre la libertad de expresión y el discurso anti derechos. Entre críticas que generen el diálogo y otras que solo pretendan antagonizar.
¿Qué hacer entonces? En los siguientes párrafos comparto lo que a mí me ha funcionado, lo que he aprendido de la exposición pública y que quizás a alguien pueda servirle. De igual forma, estoy abierta a escuchar y seguir aprendiendo.
También lee: ¿Sabe lo que ven sus hijos en redes sociales?
El concepto de interseccionalidad nos está haciendo mucho daño, pues está seccionando las experiencias en dos categorías: opresión y privilegio. Esta dicotomía no nos permite ver que las personas y lo que vivimos es la consecuencia de estos entramados. Se vive entre ser víctima o victimario y nadie quiere estar en la segunda posición.
Así que es importante entender, que para poder emitir una opinión tenemos que entender quiénes somos, que probablemente nuestras voces tengan mayor eco por ciertos privilegios que nos cruzan: la raza, la clase, la educación y que con mayor razón debemos ser responsables de nuestros actos, pues, aunque no sea nuestro objetivo, en lugar de ayudar a visibilizar y complejizar el diálogo, podemos entorpecerlo, borrarlo o incluso redireccionar la atención a otros temas que no sean lo importante.
Mucho se ha discutido sobre si hay interlocutores válidos en las luchas o no. No sé la respuesta, pero lo que sí creo es que mientras las condiciones de opresión persistan, muchas voces no están siendo escuchadas pues el eco de personadas aliadas que han decidido hablar “por quienes no son escuchadas”. De ahí que nos encontremos mesas llenas de hombres que hablan por las mujeres, personas blancas que son “expertas en racismo”, personas heterosexuales que hablan de la orientación, personas cis que hablan por las personas trans y la lista sigue, y sigue…
Checa: La transparencia no puede ser a medias
Hay una serie de preguntas que me hago antes de emitir una opinión o estar en un espacio. ¿Lo que voy a decir es realmente importante y necesario para decir en este momento? ¿Por qué? ¿Necesito participar en ese espacio? ¿Conozco a alguien que debería de estar en este espacio? ¿Pasará algo si no emito mi opinión?
A veces es más importante que si tengo una plataforma repliquemos las voces, cedamos espacios, prestemos esas audiencias. La culpa del privilegio, la necesidad de salvar o mostrarnos aliades de alguna lucha protagonizando no está ayudando a nadie, solo al ego.
Las redes sociales nos han hecho creer que necesitamos opinar de todo. No es verdad, necesitamos guardar silencio para escuchar y aprender.
No nos convirtamos en instrumento de aquello que buscamos vencer.
Deja una respuesta