Un periódico gringo sacó un artículo de una investigación sobre cómo “la amistad entre ricos y pobres” puede reducir la pobreza. El resultado de la investigación no es una sorpresa. Quizás mi mayor enfado con esta investigación es la romantización de la “amistad” .
Soy hija de la movilidad social. Tengo muy claro que hoy estoy en este lugar por el esfuerzo de unos padres trabajadores que creyeron en la promesa de que si invertías en la educación de tus hijxs para que aprendieran inglés, computación y un título de licenciatura la vida estaría resuelta. No fue del todo así, pero estar en escuelas privadas, tener una tez blanca, ser delgada, aprender los códigos de las personas más privilegiadas para estar en sus círculos y estar en momentos correctos, fueron factores importantes que me permitieron entrar a sus círculos y cambiar el rumbo de mi vida.
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Y aunque sí hice algunas amistades, adentrarme en estas esferas del privilegio no ha sido miel sobre hojuelas. Pasaron muchos años, varios momentos de discriminación y violencia para poder entender que aunque yo estaba en esos lugares no era igual y nunca sería igual a ellxs. Ahí aprendí los códigos. Invertir en la educación como lo hicieron mis padres no me dieron mayores conocimientos que en una escuela pública, pero sí me permitió conocer a personas y que confiaran en mí para ofrecerme trabajos y otras oportunidades. Aprendí su lenguaje, sus formas y la lección más grande quizás fue que mis capacidades y habilidades no eran suficientes para ganar trabajos o recomendaciones, sino caerles bien, ganar su confianza.
Así es como la amistad en estas esferas no es un símbolo de resistencia, sino un instrumento para mantener el poder. Las burbujas de privilegio son tan cerradas justo porque no quieren perder ese mismo privilegio de ahí que entre ellos se contraten y se recomienden. Permitir la entrada de otras personas tiene que justificarse con una buena razón y el que te mantengan ahí dependerá no solo de tus capacidades, sino de no ser tan disruptivo. Honestamente, estas personas con poder no aceptan a otras, si no ven algunas características similares en ellas.
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Últimamente he pensado en que podemos hacer para abrir los caminos para otras personas. Me di cuenta que las personas que estamos en estas burbujas de privilegio activamente y no solo basados en la amistad, tenemos que hacer filtros y acciones específicas para que otras personas accedan a mejores trabajos. Usar nuestro privilegio para no elegir a las personas que se parecen a nosotras, sino aquellas que tienen la capacidad y las habilidades para hacerlo, aunque no vengan del mismo piso. Cuando lleguemos ahí, no olvidemos de dónde venimos para seguir abriendo el camino para otras más.
Posdata
Por fin, luego de 8 meses de omisión por parte del Congreso y de momentos muy vergonzosos por parte de les candidates: ya hay titular de la Comisión de Derechos Humanos.
Pero seguimos sin titular de la Comisión Estatal de Atención a Víctimas.