El martes 17 de mayo, durante su estancia en Hidalgo para apoyar a Carolina Viggiano, el dirigente nacional del PRI, Alejando Moreno Cárdenas, no se descartó como posible candidato en la elección presidencial de 2024. Declaró: “Falta todavía tiempo, estamos trabajando, estamos consolidando, hay que construir resultados”. Ya antes había expresado algo semejante.
Pero poco tiempo después, en audios difundidos por la gobernadora de Campeche, Layda Elena Sansores San Román, se identificó a quien también se llama Alito, al llamar la atención a colaboradores, instruye para pagos millonarios a estrategas de campaña y se inconforma por sobornos a diputados de parte de Cinépolis, que presuntamente había aportado 24 millones de pesos, de los cuales la mitad se destinaban a representantes populares de un estado.
Las expresiones que no dejan lugar a interpretaciones, se colmaron de palabras francamente obscenas, que a la postre se conocieron en diversos medios de comunicación, tanto impresos como de redes sociales.
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Hubo en especial una frase, que fue como lápida por la forma en que la dijo: “A los periodistas no hay que matarlos a balazos, papá, hay que matarlos de hambre”. Sus futuras expectativas se vieron disminuidas por comentarios de columnistas, especialmente, aunque él, en apariciones públicas parecía deslindarse, insistiendo que el priismo estaba fuerte y unido.
El jueves pasado, un excelente amigo me compartió parte del programa Latinus que conduce Carlos Loret de Mola, y esta vez el invitado especial fue Alejandro Moreno.
Se pensaría que habría preguntas casi conciliadoras, tal vez a modo para el entrevistado. Más no ocurrió así. Loret fue enfático al cuestionar eso de que “…a los periodistas hay que matarlos de hambre…”
Alito argumentó que él no se había expresado de esa forma, que todo lo habían “arreglado” para atribuirle esa expresión, que ya había iniciado un cuestionamiento legal, porque se trataba de afectarlo.
Pero no solo fue eso lo que Loret le interrogó, sino que se fue a fondo, sin darle tregua. El político, exgobernador de Campeche, respondió con algunas frases ya muy armadas, entre otras que no tenía en mente el renunciar a su encargo de presidente del partido tricolor, porque había sido electo por los militantes.
También que contra pronóstico se habían ganado dos de seis gubernaturas en disputa el 5 de junio, y que avizoraba, para 2023, obtener las del Estado de México y Coahuila.
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De alguna forma esa mala racha afectó a quienes priistas de tiempo, participaron como parte de una coalición, con el PAN y el PRD aliados.
Dos ilustres militantes del PRI, Francisco Labastida Ochoa y Roberto Madrazo, se pronunciaron porque Alito se separe de su encargo. El primero citó: “…en lugar de dedicarse a las cosas del partido está dedicándose a sus asuntos personales”. ¿Qué ocurrirá?
En Hidalgo, el gobernador Omar Fayad salió al paso de rumores de que Andrés Manuel López Obrador lo había invitado a integrarse a su equipo y declaró que no había ocurrido nada en ese sentido. Se reiteró fiel al PRI, adelantando que se mantendrá institucional, aunque aceptó que a veces no esté de acuerdo con las decisiones que se toman.
Señaló que se ha dedicado en terminar su mandato y dar buenas cuentas de lo realizado. Al final, dejó claro que serán los hidalguenses quienes determinen si cumplió o no.
En breve mención de Moreno, precisó que fue electo democráticamente.