Desconozco la fecha exacta y los datos concretos que preceden a este texto, sin embargo, lo que si conozco es el ánimo de hablar sobre una anécdota que J. M. Sadurni escribe en la página web del National Geographic, donde dice que “en el año 1926, el prestigioso arqueólogo británico sir Leonard Woolley se encontraba junto a su equipo excavando en la antigua ciudad sumeria de Ur (en el actual Iraq). Woolley estaba explorando la zona del giparu (donde al parecer residía el sumo sacerdote), en el complejo del templo del dios lunar Nanna, situado muy cerca del famoso zigurat, cuando desenterró un disco de piedra caliza, de unos veinticinco centímetros de diámetro, en el que se habían representado escenas que, al parecer, estaban asociadas a este dios sumerio de la Luna.
La pieza, conocida como el “Disco de Enheduanna”, estaba rota en fragmentos, pero tras un meticuloso trabajo de restauración, los arqueólogos descubrieron que en aquella pieza se habían representado diversos personajes y que contenía también algunas inscripciones. Entre ellas destacaba el nombre de una princesa acadia llamada Enheduanna. En el disco se podía leer: “Enheduanna, sacerdotisa-zirru, esposa del dios Nanna, hija de Sargón, rey del mundo, en el templo de la diosa Inanna”. Pero ¿quién fue aquella misteriosa mujer que mereció el privilegio de ser mencionada en una inscripción sagrada?”
Sadurni abunda en el tema al escribir: “Sabemos que Enheduanna fue nombrada suma sacerdotisa por Sargón I. Y, en función de su cargo, asumió la responsabilidad de unificar los panteones sumerio y acadio para lograr la estabilidad que necesitaba el joven imperio fundado por su padre. A Enheduanna se le atribuye asimismo la creación de las bases de la poesía, los salmos y las oraciones que marcarían los ritos religiosos de la antigüedad.
Según el historiador británico Paul Kriwaczek, las composiciones de Enheduanna, “aunque no se han vuelto a descubrir hasta la actualidad, fueron modelos de las plegarias durante [siglos]. A través de los babilonios, influyeron e inspiraron las oraciones y los salmos de la Biblia hebrea y los himnos homéricos de Grecia”.
Puedes leer: Absolutamente todo pende del hilo del azar.
En el libro “El mundo, una historia de familias”, Simon Sebag apunta: “Enheduanna se hacía trenzar el pelo por Ilum Palilis -el primer estilista que consta como tal en el registro histórico- mientras iba dictándole a Sagadú órdenes sobre sus fincas y los rebaños del templo, o bien sus propios poemas. Los himnos de la sacerdotisa ensalzan a la diosa: “cuando ella habla, el cielo se conmociona”… “Soy Enheduanna, ¡permitidme que os hable! Mi oración, mis lágrimas fluyen como un tósigo dulce. Me adentré en la oscuridad, que me envolvió con su remolino de polvo”
Entre la amplia producción literaria de Enheduanna destacan algunas obras poéticas como Inninsagurra (La señora del gran corazón), Ninmesarra (La exaltación de Inanna) e Inninmehusa (Diosa de los poderes aterradores), poemas dedicados a su adorada Innana. Estos himnos están considerados por los investigadores como los primeros intentos de establecer una teología ordenada. De hecho, los textos compuestos por Enheduanna se han reconstruido a partir de 37 tablillas descubiertas en las ciudades de Ur y de Nippur, que datan del período Ur III (hacia 2112 a.C.-2004 a.C.). Esta colección se conoce como Los himnos de los templos sumerios, y en ellos Enheduanna afirma: “Rey mío, algo se ha creado que nadie ha creado antes”.

Deja una respuesta