Es prácticamente un hecho que el gobierno federal no modificará en lo que resta de la administración su estrategia de combate a la inseguridad. Más allá de la frase bonachona de “abrazos, no balazos” que repite el presidente Andrés Manuel López Obrador, la política sobre el particular está basada en ir a la raíz del problema: la pobreza extrema en que viven millones de mexicanos.
Es ahí a donde se han enfocado las baterías y millones de pesos de la actual administración para intentar ofrecer otras oportunidades de vida e ingresos a las familias más pobres del país para que eviten caer en las manos del crimen organizado.
Programas como Sembrando Vida o Jóvenes Construyendo el Futuro están incrustados en esa dinámica, con la idea de que hombres y mujeres vean en los trabajos formales y legales, una manera de subsistir en regiones donde la falta de oportunidad los orilla o bien a abandonar sus lugares de origen o bien a aceptar dinero fácil a costa de poner en riesgo su vida.
La violencia generalizada en la que se ha visto inmerso el país desde que se declaró la guerra contra el narco, en 2006, no ha cesado. En algunas regiones es más encarnizada y cruel. La sangre derramada en muchos episodios opaca, si no es que borra por completo, los efectos de los programas federales. Programas que, hay que decirlo, podrían lograr su objetivo no en el corto o en el mediano plazo.
Y mientras ello ocurre ciudades como Tijuana, Celaya, Acapulco, la Riviera Maya, ocupan espacios en los medios de comunicación y en las redes sociales por los hechos de violencia que se dan a cualquier hora del día. El último registrado el viernes por la noche en Matamoros, que llevó al departamento de Estado a emitir una alerta que recomienda a sus ciudadanos a no viajar a esa ciudad tamaulipeca.
Desgraciadamente esa no es la única alerta de viaje que pesa sobre el país. Apenas el miércoles pasado el gobierno de Canadá llamó a sus ciudadanos a evitar viajes no esenciales a 13 estados de México. La advertencia por riesgos atribuidos a los altos niveles de violencia y por la presencia del crimen organizado incluyen a Chihuahua, Colima, Guerrero, Durango, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Sinaloa, Tamaulipas, Sonora, Coahuila, Morelos y Guanajuato.
Otra nación que advirtió a sus ciudadanos extremar precauciones o no viajar a ciertos lugares de México fue Alemania. La semana pasada el gobierno germano emitió su alerta de viaje específicamente a la zona de la Riviera Maya. El ministerio de Relaciones Exteriores de ese país señaló que en la región, en particular Tulum y Playa del Carmen, se han registrado ataques que han afectado a viajeros alemanes y puso énfasis en restaurantes, clubes y discotecas frecuentadas por turistas.
La pandemia por Covid-19 ha sido un muy duro golpe para las regiones turísticas de todo el mundo. México no fue la excepción. Hoteles, restaurantes, centros nocturnos, centros de convenciones tuvieron pérdidas económicas que se tradujeron en cientos o decenas de miles de trabajadores que dejaron de percibir no solo sus salarios sino las propinas que genera el turismo. La tercera ola ha disminuido considerablemente y el país ha sido pintado de verde por las autoridades sanitarias.
La movilidad se empieza a recobrar y los destinos turísticos están destinados a ser uno de los detonadores de la actividad económica, pero si la violencia sustituye a la pandemia en términos de alejar a los turistas de nada servirá reabrir las puertas de los negocios. Por eso es importante estar alertas con las alertas de viaje y pensar en otra estrategia que refuerce la de “abrazos, no balazos”.
Twitter: migueles2000
Comentarios: miguel.perez@hidalgo.jornada.com.mx
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