Era 1960 cuando John F. Kennedy le ganó la Presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica a Richard Nixon, dicho fracaso electoral se debió en gran parte a los cuatro debates televisados que lograron que la “caja idiota”, hoy más inteligente que nunca, se convirtiera en la herramienta de persuasión electoral más poderosa de la sociedad. Por eso, la celebración del Debate entre candidatos para Gobernador de Hidalgo que presenciamos los hidalguenses el pasado jueves 12 de mayo, nos da algunas certezas. Más allá de si el formato está bien estructurado o no. El Debate nos dejó claro entre quienes habremos de elegir.
Por un lado, tenemos a la candidata de Va por México (PRI-PAN-PRD), Alma Carolina Viggiano Austria, quien desde su primera intervención, obligada por las redes sociales, los resultados de las encuestas de preferencia electoral y aquellas otras notas que la señalan de enriquecimiento con numerosas propiedades inmobiliarias, tuvo que bajar la guardia al inicio del Debate y cambiar su narrativa, pues bien sabía que no ganaría en el tema de la descalificación. Su discurso de “justicia social” huele a viejo, ella o sus asesores no entienden que el sistema político que conocen ya cambió y que la forma de gobernar que proponen no hace sinergia con lo que la gente de Hidalgo desea. Su premisa principal del cambio por el cambio de género no ha podido hacer match con la gente.
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Por otro lado está José Luis Lima Morales del Partido Verde Ecologista de México, quien con su ecuanimidad en los debates representa sólo un cúmulo de buenas intenciones, que no de ideas. La campaña que enarbola, si es que así puede llamarse, es la utilización de una marca electoral para desarticular un movimiento político. Es una verdadera desgracia que alguien que alguna vez fuera un buen funcionario público se prestara para este espectáculo.
Francisco Xavier Berganza de Movimiento Ciudadano, es una cuestión a parte, si hubiera que elegir a alguien para actuar como candidato, sin duda él ganaría en el casting. Sin embargo, esto no es un musical y lo que se elige es Gobernador, no un cantante o un actor. Su campaña electoral, centrada en la idea de una auditoría pública, la segmentación del territorio y la transparencia ciudadana, evidencia su desconocimiento de la administración pública. A él más que a los demás deberían de enseñarle cuáles son las funciones de los poderes del Estado y cómo es que funciona institucionalmente un territorio en nuestro país.
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Por último está quien encabeza las preferencias electorales, Julio Ramón Menchaca Salazar de la Candidatura Común, “Juntos Haremos Historia” (Morena, PT, PNAH), quien con la mesura que lo caracteriza ha ido creciendo en su narrativa, consolidando sus propuestas con la base de lo que los ciudadanos de a pie le han ido solicitando, fue el único que el pasado jueves demostró un pleno conocimiento de dónde tendría de que encajar sus propuestas dentro del presupuesto para Hidalgo, y, pese a los mínimos ataques, tuvo un cierre que apeló a la fraternidad, la reconciliación y la esperanza.
Visto lo anterior, con un tercer debate pendiente, a unas semanas de que esta campaña electoral en Hidalgo termine, si el raciocinio no nos traiciona, es evidente, amigo lector/elector, que como dijo Julio César: la suerte está echada.
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