Alberto Salinas, 32 años de fomentar tradiciones patrias

“Los niños son nuestros principales clientes", reconoce

Con más de tres décadas dedicado a la venta de artículos tradicionales para las fiestas patrias, don Alberto Salinas Sánchez, comerciante pachuqueño de 63 años, continúa su labor con pasión, a pesar de que reconoce que las ventas han caído hasta 60% en los últimos años.

Desde el 25 de agosto hasta el 14 de septiembre, don Alberto y otros vendedores ocupan un espacio en el centro de Pachuca, donde ofrecen banderitas, silbatos, matracas, trajes típicos y otros productos que forman parte de las celebraciones mexicanas del 15 de septiembre. Asegura que, aunque la tradición sigue viva, la situación económica y la competencia desleal han impactado fuertemente sus ingresos.

“Sí, ha bajado bastante. Antes era buenísimo vender aquí en Pachuca. Hoy vendemos un 60% menos. Las tiendas chinas han venido a molestar mucho el comercio”, comenta, mientras acomoda banderitas en su puesto. “Antes vendía una en 30 pesos y ahora las dan en 10 o 12, pero son chinas, no tienen la misma calidad”, subraya.

Alberto recuerda que su camino en el comercio comenzó por herencia: sus suegros se dedicaron toda su vida a vender artículos de temporada, y él, tras casarse, se unió a esa tradición. Ahora, sus hijos también participan en la venta y esperan continuar con el legado familiar.

Aunque actualmente está enfocado en la temporada patria, su actividad no se limita a estas fechas. También vende artículos navideños, como figuras de nacimiento, luces, esferas y ropa para vestir al Niño Dios. De hecho, la temporada navideña es la más fuerte del año, seguida por las fiestas patrias.

“Nos dedicamos a todas las temporadas. Navidad es cuando más se vende, pero en septiembre también esperamos levantar, sobre todo con los niños, que son nuestros principales clientes. Que si la banderita, que si el silbatito, ellos son quienes animan la fiesta”, relata con una sonrisa.

Todos los productos que ofrece son 100% mexicanos. Viaja constantemente a la Ciudad de México para surtirse, cuidando la calidad y buscando mantener precios accesibles: banderitas desde 10 pesos, muñequitas entre 120 y 200 pesos, y vestidos típicos para niñas también a precios similares.

“La gente sigue queriendo mantener la tradición, pero la economía está muy baja. Muchos dicen ‘prefiero no comprar’ porque ya no alcanza. Aun así, seguimos aquí, esperando que se componga”, comenta con esperanza.

 Al cuestionarlo sobre si volvería a dedicarse a este oficio si tuviera la oportunidad de empezar de nuevo, no duda ni un segundo:

“¡Claro! Si me muriera y volviera a nacer, volvería a elegir el comercio. Es lo que siempre me ha gustado, me llena. No solo esto, he trabajado de todo en cada temporada”.

El lugar donde se instala año con año no es improvisado. Se trata de un espacio tradicional, en los arcos frente al palacio de gobierno, donde él y otros comerciantes han estado por décadas, con permiso del ayuntamiento, que les cobra una cuota mínima por el uso del espacio.

Finalmente, don Alberto comparte lo que siente como pachuqueño al continuar con estas tradiciones:

“Bonito. Me gusta ver a mis hijos seguir con esto. El día que yo ya no esté, sé que ellos van a seguir. Es nuestra tradición, es nuestra identidad. Y mientras podamos, aquí estaremos cada año”.

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