La madrugada del 7 de junio de 1987 desde vehículos en marcha se accionaron armas en contra de las instalaciones del periódico Nuevo Día; iniciaba el tercer mes de gobierno de Adolfo Lugo Verduzco y estaba programado el festejo del Día de la Libertad de Expresión con un desayuno en el restaurante Tiro Girault del Club de Tenis de la Compañía Real del Monte.
El desencuentro entre los universitarios y el gobierno que inició el primero de abril, estaba dado, la solicitud del rector Juan Manuel Menes Llaguno al mandatario de dar posiciones a Gerardo Sosa Castelán que tenía el control desde 1982 de la Universidad Autónoma de Hidalgo (UAH), recibió como respuesta que lo haría siempre que declararán a la institución públicamente priista.
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Había desatado la campaña contra la designación de Ernesto Gil Elorduy como secretario de Gobierno: Hidalgo para los Hidalguenses, y el atentado a Nuevo Día donde como reportero cubría las fuentes educativa y política fue una provocación y nunca se esclareció, pero también querían acallarnos por publicar abusos y vandalismo de la Federación de Estudiantes Universitarios de Hidalgo (FEUH).
El acta ministerial consignó nueve, pero fueron 11 impactos, sólo con daños materiales porque Nuevo Día al ser vespertino en las noches solo permanecía el velador; durante el desayuno el propietario del periódico Pablo Bernal Ballesteros y los reporteros recibimos el compromiso de que se castigaría a los responsables, lo que no sucedió.
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Es el origen de esta columna que se publicó por primera vez hace 25 años en el semanario Los 84… de +Adalberto Peralta, esto viene a colación porque en los 80s no había ley de salvaguarda del periodismo la cual se pugna porque se reglamente y tampoco una iniciativa como la de Santiago Nieto Castillo para castigar penalmente los delitos contra la libertad de expresión.
Instrumentos necesarios para garantizar el derecho a la información de la población en un clima nacional critico para el ejercicio del periodismo, aunque nunca falta un programador analista de poca monta venido a regidor de Pachuca llamado Ricardo Islas que trate de descalificar burdamente a medios, desquiciado porque el senador Navor Rojas Mancera lo desmintió, le corrigió la plana y lo dejó en mayor ridículo del que hizo en tribuna por el caso del rastro municipal, en el que tiene intereses aviesos.
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