Acuautla, un pueblo dividido por el desastre en Huehuetla

La devastación por las provocadas por el huracán Priscilla que dejó a Acuautla, la localidad más afectada de Huehuetla, sumida en una decisión desesperada: más de la mitad de sus habitantes se encuentran refugiados en la vecina San Gregorio, pero el resto desafía el riesgo de un cerro fracturado y deslaves inminentes para proteger lo poco que les queda.

El miedo no es solo a la fuerza de la naturaleza, sino al saqueo. “Ellos no guardan su dinero en el banco, ni tarjetas, lo guardan en sus casas,” explica la realidad de una comunidad que vive al día.

Acuautla, productora de jengibre que comercializaban en Veracruz, ve ahora paralizada su única fuente de ingreso. Esta vulnerabilidad es la que empuja a algunos a regresar a sus casas, aunque el peligro los aceche. “Me quiero regresar a mi casa, eso eso es lo que siento,” explica a la Jornada Hidalgo una habitante de Acuautla refugiada en San Gregorio.

Video: Nathali González

Solidaridad por aumento de precios

La ayuda humanitaria, recolectada en el centro de acopio de Bodega Aurrera en Tulancingo, llegó este martes 14 de octubre a San Gregorio, convertido en el epicentro de la solidaridad. En la cancha de la localidad se entregaron víveres, beneficiando también a habitantes de La Esperanza 1 y Los Naranjos.

Alejandro Tolentino Hernández, representante de Los Naranjos, y el delegado Alberto Loma Hernández, informaron que su comunidad, de más de 100 habitantes, sufrió afectaciones graves en sus cultivos de maíz y café, con cinco casas arrastradas por el lodo. El acceso sigue siendo un desafío monumental: “Tenemos un trayecto pesado que recorrer, son dos horas de camino.”

Sin embargo, la crisis ha sacado a relucir la cara amarga de la necesidad. Mientras los residentes de San Gregorio ofrecen café y comida diaria a los damnificados de Acuautla algunos comerciantes locales han elevado los precios. Se reporta que un refresco Red Cola de tres litros se vende hasta en 50 pesos. En la Esperanza 1, un kilo de sal se vende a 30 pesos.

Alejandro Tolentino Hernández, representante de Los Naranjos

Los habitantes de San Gregorio, por su parte, adquirieron cargadores solares para mantener la comunicación a través de sus celulares; aún en la cabecera de Huehuetla y las comunidades de la zona norte permanece sin energía eléctrica y sin señal de telefonía e internet

Es una tristeza Huehuetla; algunos prefieren no hablar

El desastre ha obligado a trazar rutas de supervivencia extenuantes. Para buscar víveres desde La Esperanza 1, el recorrido es de 8 kilómetros, cubiertos en una hora y media a dos horas. La salida alterna por el cerro del Chamizal lleva hasta cuatro horas de caminata.

Las historias de las travesías para ponerse a salvo son desgarradoras. “Pura tristeza,” resume un padre de familia que, con el objetivo de llevar a su hija a la normal de Pachuca, caminó tres horas abriendo veredas desde San Clemente hasta San Bartolo. “Por la vereda para no pasar el voladero de Tenango, el domingo, sabemos caminar,” narra, evidenciando el conocimiento ancestral del monte usado para la huida.

La frustración y la rabia hacia las autoridades es palpable. La gente recrimina que, pese a tener un pronóstico del evento “desde el martes,” no se alertó para evacuar a tiempo. Muchos damnificados, que perdieron todo y “aún no lo asimilan,” simplemente no quieren hablar.

El estruendo de la madre naturaleza: Rufina

Desde San Gregorio, Rufina Tolentino Mendoza relata a la Jornada Hidalgo el momento de la catástrofe. “Escuché un estruendo en la noche… me paré y me subí la azotea… ya venía el agua, como una manguera.” Su relato se torna místico ante la devastación: “Ahí está la madre naturaleza, dije perdona tus hijos, ni modo, hasta lloré, porque lo vi, venia la tierra bajando.”

Mientras un habitante de la cabecera reflexiona sobre el cauce indomable del río —”la mitad del río se fue para el centro, la otra mitad tomó su cauce; el río siempre se irá por donde quiera”—, Rufina Tolentino ofrece un mensaje de fe inquebrantable ante la pérdida.

Aunque sea una vela vamos a prender en Todosantos

“Mucha gente dice ya no vamos a pasar el Todosantos, yo digo que sí, aunque sea una vela vamos a prender,” dice con firmeza. “Aunque sea poquito que vamos a comprar, pero vamos a comprar. Con mucho o poco lo que vamos hacer.”

En medio del lodo y la desesperación, la lucha por no perder la dignidad, la casa y las tradiciones es el último refugio de los pobladores de Acuautla.

Foto: Nathali González

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