Con todo y pandemia la vida sigue. Por las rendijas que deja la catástrofe mexicana – cerca de ciento veinte mil fallecimientos no pueden tener mejor calificativo – se cuelan otros aconteceres menos dramáticos que por momentos distraen la atención social, ya cansada, ya intoxicada después de tantos meses donde la constante ha sido el crecimiento permanente de aquella cifra fatal, y una crisis económica amenazante de otros efectos, algunos visibles ya en el cierre de empresas y comercios, generador de desempleo y todos sus efectos secundarios, hasta el extremo del suicidio.
Intentemos una catarsis para llegar a la Nochebuena con el mejor ánimo y disposición para que la cena de mañana no deje de ser la celebración tradicional pero si sea la más conveniente frente a la circunstancia sin perder su esencia. Una convivencia íntima, prudente, alejada de riesgos innecesarios, esos que irremediablemente llevan de la fiesta al hospital, en el mejor de los casos, cuando no directo a la estadística de la mortandad.
Hagamos un breve espacio de sosiego, cada quien a su manera; sin sustraernos de la realidad avasallante, descansemos unas horas del bombardeo mediático, la desgastante discusión pública, descalificaciones y recriminaciones, agresividad y feria de culpas, acusaciones y menosprecio al duelo. Echemos la mirada a otras noticias, no para evadir, si para acercarnos a temas también importantes.
Abramos un mirador a tres acontecimientos:
Invito a ver primero una buena, una gran noticia: estamos cada vez más cerca de la vacuna que contribuya, solo eso, contribuya a protegernos del contagio. Veámosla como resultado de la ciencia aplicada, del conocimiento y la tecnología del siglo XXI. Valoremos el potencial de su aplicación y contrastemos ese efecto con la responsabilidad social para cercar al letal virus con sus nuevas cepas que ahora brotan en cualquier punto de la geografía mundial.
Ese hecho vale por sí mismo, pero más: confirma la importancia de invertir en la investigación sin fronteras, esto es, en proyectos regionales, multinacionales o mixtos, con fondos públicos y privados, de enfoques local y global. Una apuesta imprescindible en la agenda de los gobiernos subnacionales.
Paso a la segunda: el arribo de dos mexicanas, de diferente formación y trayectoria, a responsabilidades de relevancia, una en la judicatura internacional otra en la administración pública federal.
Socorro Flores Liera, abogada de consistente carrera diplomática, con rango de embajadora. Delfina Gómez, docente de profesión, ha transitado por la lucha sindical y la militancia partidaria con experiencia en el gobierno municipal. Ambas accederán, por rutas distinta, a la más comprometida actividad que cada una pudo imaginar en sus aspiraciones profesionales. La jurista impartirá justicia en la Corte Penal Internacional, un tribunal de cobertura supranacional con sede en La Haya, instituido en 1998 como última instancia para enjuiciar crímenes de gravedad internacional, conforme al Estatuto de Roma. Su elección es un éxito más de la diplomacia mexicana, particularmente de Juan Ramón de la Fuente, nuestro embajador en Naciones Unidas.
No sin polémica, tendremos por segunda vez desde su creación en 1921, una mujer al frente de la Secretaría de Educación Pública; Josefina Vázquez Mota fue primera, por nombramiento del presidente Felipe Calderón. Su arribo al emblemático despacho será en momentos críticos consecuencia de la pandemia, con pendientes por resolver como el retorno de la educación básica a las aulas y la reducción presupuestal en las universidades públicas.
Lo significativo es la presencia femenina en esas altísimas responsabilidades. Una distingue a la abogacía, la otra al magisterio. El reto está implícito.
Una tercera situación, inscrito en el desarrollo de la democracia mexicana, anunciada hace días y apenas confirmada: la alianza Va por México de los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática para contender por la mayoría de la Cámara de Diputados en las elecciones del año próximo con el objetivo cantado de regresar al esquema de gobierno dividido.
Si bien las tres referencias apuntan a consecuencias nacionales, su destino está en las entidades federativas –en menor medida el nombramiento de la magistrada-, donde los impactos sanitarios, educativos y políticos se mostrarán directamente para bien o para mal. Apostemos a que sean positivos.
Mientras tanto tengamos la mejor Nochebuena y la mejor Navidad posibles. Cuesta trabajo decir felices; quizá si aceptamos que serán diferentes, encontraremos otro rostro y otros motivos de la felicidad. El primero será estar ahí.
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