Resistencia a la inclusión lingüística aparte, mañana es el Día de la Abogacía en México. Día del Abogado celebrarán los tradicionalistas. Lo de menos es pasarlo por alto si no trasluciera el ánimo masculino discriminatorio persistente y, menos entendible, el femenino de indiferencia. Por eso en nuestro país los principales colegios del gremio mantienen su nombre, a diferencia de otros como el madrileño recién modificado a Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid, después de 425 años.
Días previos a la conmemoración abundaron acontecimientos nacionales e internacionales de variada naturaleza. Va breve listado de los sucedidos entre junio y la primera decena de julio.
Internacionales: reuniones del G-7 en Alemania para tratar la crisis de Ucrania y de la OTAN, en España; muerte de migrantes en Melilla y Texas; asesinato del ex premier japonés Shinzo Abe; derrumbe del gobierno de Boris Johnson en Gran Bretaña; crecimiento de la quinta ola de Covid, y la sentencia de cadena perpetua a militares argentinos por delitos de lesa humanidad durante la última dictadura en Argentina.
Resaltaron en lo doméstico el múltiple homicidio, incluidos dos jesuitas, en el estado de Chihuahua; las contrastantes reacciones de las iglesias católica y evangélica a la respuesta presidencial por ese hecho; presentaciones de la serie documental Caníbal y del proyecto de Ley General para prevenir, investigar, sancionar y reparar el feminicidio, ambas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, merecedoras de reconocimientos y descalificaciones a su ministro presidente; inauguración de la 1ª. Etapa constructiva de la Refinería Olmeca; la investigación de la UIF al ex presidente Enrique Peña Nieto; muerte de Luis Echeverría, motivo para actualizar el debate sobre la responsabilidad política e histórica del expresidente; y, reapertura ministerial del caso Colosio.
Cada uno merece comentario particular pero, al cruzar todos por las líneas del derecho, confirman la importancia universal de esta disciplina, y advierten la trascendencia creciente del trabajo profesional de la abogacía. En todos se significa la confrontación del Estado real con el Estado jurídico, espacio natural de las y los profesionales del derecho.
A esa compleja actualidad deben apuntar nuestras conmemoraciones de mañana, resumidas en la observancia de un mundo de interrelaciones permanentemente cambiantes, con normas e instituciones jurídicas rebasadas y el reclamo creciente de soluciones legales no solo para los eventos de magnitud mundial, también para reclamos individuales de solución y justicia, fenómenos social, empresarial, familiar y personal, igualmente complicados.
Ese contexto es permanente llamado a la actualización en el derecho e innovación en la ciencia jurídica. Para las nuevas generaciones obligación creativa de conocimiento y fórmulas más dinámicas, entendibles, de lenguaje claro. A los reconocimientos por las trayectorias de larga data deben sumarse otros a esas aportaciones. Cito a tres hidalguenses, dos colegas en el Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de México: los magistrados René Uribe Manriquez e Iram Zuñiga Pérez, uno con bibliografía internacional en materia penal, y el segundo ya en el ambiente editorial con un ensayo sobre Legal Compliance en el sector público mexicano; y Lourdes Vera Ruiz quien apenas anunció su libro Mediación y Justicia Restaurativa.
Sustituyamos fastos, mejor reflexionemos y hagamos por remontar el descrédito exitosamente producido a la profesión por quienes la ejercen sin mesura ni probidad.
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